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   Dos semanas. . . Dos semanas y ella aún no daba señales de aparecer. Todos los días prendía la televisión en busca de una señal, en busca de un algo que le indicará que estaba bien, que estaba viva.

   Los días de estudio eran horribles, por más que intentaba pensar en otra cosa no lo lograba, la preocupación y angustia permanecía presente todo el día.

   En los pasillos estaba harto de escuchar murmullos sobre su desaparición, se sentía como si fuera un recordatorio constante de que aún seguía afuera, en un lugar desconocido y probablemente con personas que le estuvieran haciendo algo malo.

   No podía ni conciliar el sueño, a veces se quedaba dormido a altas horas de la madrugada, u otras simplemente no dormía. Todo eso le pagaba factura en la mañana cuando debía ir a clases, porque a pesar de todo, aún era un estudiante y debía cumplir con su responsabilidad.

   Cada vez se encontraba en la mierda y sus compañeros se preocuparon por él cuando por primera vez se durmió en una de las clases.

   Sin la presencia de Yamae se sentía acabado y en cierta parte le molestaba el efecto que ella tenía sobre él. Llegó hasta un punto demasiado bajo, su simple existencia era un soporte que no sabía que necesitaba hasta este momento. Le asustaba la manera en la que la ama, como si antes de ella no hubiera nada y después de ella tampoco. Y tal vez por eso es que sentía la necesidad de tenerla de regreso, porque ya no sabía como parar de pensarla y no sentir.

   El sonido del televisor lo saco de su trance, en la pantalla mostraba en una esquina las palabras: "Dos semanas de desaparecida, los héroes siguen buscando"

   Se quedó observándo por bastante tiempo la imagen borrosa de su amiga. Ya estaba cansado, no solo físicamente, sino que también emocionalmente. Cada vez que se levantaba de su cama significaba un día más en donde su cuerpo pesaría, su fuerza disminuiría y las ojeras iban en aumento.

   Es difícil tratar de dormir cuando la mente no se calla.

   Quien lo diría. Él, la persona menos romántica que podía existir en la tierra estaba en el filo de un acantilado por sus sentimientos hacía una chica. Esa frase sonaba tan irreal, porque nadie imaginó que algún día Bakugō Katsuki se sintiera así por alguien.

   Una voz a su lado lo hizo reaccionar. Miró a su costado solo para ver a Kirishima sentarse.

─La extrañas ¿No es así?─ lo escucho decir y un amargó sabor se instaló en su garganta.

   Trago con dificultad y asintió despacio tras quedar varios segundos en completo silencio.

─Como no tienes idea. . . Su ausencia me tiene jodido, Kirishima─ su voz salió rasposa, dolida ─No importa que haga. Dormido o despierto solo pienso en ella.

   Había confesado, se sentía triste y aunque no quería justificarse, muchos de esos cambios de humor fueron empezando por eso, porque se sentía triste.

─Esto es tonto. . .─ una risa mezclada de burla y tristeza inundó su garganta con pesar ─¿Cómo puedo dejar sentirme así?

   Ahora su voz sonó baja, frágil y la incertidumbre y la aflicción se instalaron en su rostro junto a la sonrisa irónica, que, parecía más una mueca llena de melancolía.

ᴄᴏɴᴇxɪᴏɴ | ʙᴀᴋᴜɢᴏ ᴋᴀᴛꜱᴜᴋɪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora