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   Ya habían pasado dos semana más, sus amigos ya no tenían esperanzas de encontrarla, no había pistas, no había nada.

   El sentimiento peculiar que hacía remover su estómago se intensificó en la última semana y todo sucedió cuando se percató de que estaban a un mes de terminar el primer año de UA.

   La noción de que estaban por terminar y que pronto sería su graduación lo hacía sentirse extraño. A veces se ponía a pensar en lo mucho que Yamae se hubiera esforzado todo este tiempo para poder ingresar al curso de héroes. La probabilidad de que ella nunca vuelva y el sueño de haber sido héroe se quedara abandonado no le gustaba para nada.

   Sacudió su cabeza en busca de alejar esos pensamientos, bebió agua y miró como el resto seguía entrenando. Tendría que estar haciendo lo mismo, así que se levantó con pesar.

   Últimamente los entrenamientos habían sido exigentes, hace pocos días Aizawa Sensei les fue a explicar que dentro de poco tendrían que ir como refuerzo a una posible batalla con villanos.

   Haber escuchado eso no le sorprendía, al fin y al cabo de eso se trataba a lo que dentro de dos años se dedicaría. Lo que sí captó toda su atención fueron las palabras que dijo después de eso.

   "Hay una alta probabilidad que ella esté ahí"

   Solo bastó escuchar aquello para que las esperanzas subieran dos rayas más, por eso se empeñaba en hacerse más fuerte, porque si de verdad podía llegar a estar ahí, si de verdad los villanos la habían capturado, entonces los haría pagar por todo, por llevársela, por tocarla, incluso si se atrevieron a respirar muy cerca de ella, no habría perdón, solo sus puños en sus rostros por cometer tales cosas.

   Siguió entrenando día y noche, solo o acompañado.

   Una vez escuchó que había cinco etapas del dolor, la primera era la negación, la segunda el enojo, luego la negociación, depresión y finalmente aceptación. Pero a él le gustaría añadir una más; venganza.

   Ese es su principal motivo y eso solo hacía que la rabia corriera por su venas hasta el punto de llevarse a su límite. No había espacio para deprimirse, ya no.

   Con un golpe bruto daño el saco de boxeo que caía del techo. La arena cayó hasta sus pies y como si no hubiera tenido suficiente, explotó lo que quedaba colgado.

   Dio una fuerte respiración y dio media vuelta bajo la atenta mirada de sus amigos, quienes detuvieron sus entrenamientos al ver la brusquedad con la que había hecho añicos el saco.

   La jornada de entrenamientos terminó apenas el sol se ocultó. Ya era rutina salir casi muertos del gimnasio e ir hasta la residencia solo para preparar comida y recuperar fuerzas perdidas. Esta vez no fue la excepción. Cocinaron algo fácil de preparar y en media hora ya estaban reunidos en la mesa a punto de comer.

   Ni bien se sentaron la puerta principal fue abierta y se callaron al instante al ver a su profesor entrar con cansancio, solo para segundos después verlo avanzar hasta ellos.

─Hay algo que deben saber.

   Los palillos que antes se dirigían a sus bocas fueron dejados a un lado, prestando total atención a lo que el adulto confesaria a continuación.

ᴄᴏɴᴇxɪᴏɴ | ʙᴀᴋᴜɢᴏ ᴋᴀᴛꜱᴜᴋɪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora