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   Respiraba con agitación en busca de más aire para sus pulmones. Había caído desde una gran altura, aún pese al dolor se levantó como pudo, dispuesto a seguir luchando, cuando algo en particular llamó su atención.

   Un gigante se hizo aparecer en medio de la batalla contra Shigaraki. Aquel enorme villano era responsabilidad de Endeavor, así que cuando estuvo a punto de seguir contra su objetivo principal, algo lo hizo detenerse.

   Alguien se estampó en el suelo, cerca de Shigaraki, el humo no lo dejó visualizar con éxito y cuando este se dispersó, sus ojos se abrieron de par en par y el mundo dejó de funcionar para él.

   Vio la inconfundible cabellera larga y azabache de Hikari. Su corazón se encogió cuando visualizó de mejor manera como sangraba sin parar. Su rostro cubierto de sangre, sus ojos que antes tenían un sutil brillo ahora estaban opacos, sin vida. Su expresión cambió a una peor al fijarse en como ambos brazos estaban destrozados.

   Intentó avanzar hacía ella pero se detuvo al ver como Shigaraki sonreía de manera escalofriante solo para segundos después agarrar del cabello a Yamae y mostrar como su vulnerable estado.

   No pudo imaginar todo lo que ella tuvo que pasar para acabar de esa manera.

   La ira inundó sus sentidos al ver otras heridas se gravedad en su cuerpo, si no era tratada con rapidez seguramente dentro de unos minutos no iba a sobrevivir y esa idea no le gustaba para nada. A penas logró verla después de varías semanas, no la dejaría ir tan fácil.

   Shigaraki empezó a hablar, pero ni siquiera era capaz de escucharlo, él sólo podía mirar la expresión de dolor en el rostro de Hikari. No supo como es que terminó de esa forma, estaba entre una línea peligrosa de la vida y la muerte.

   Dejó de respirar cuando el cuerpo lleno de heridas fue lanzado hacía su dirección, no dudo en avanzar hasta ella con rapidez al verla caer al suelo con agresividad.

   No le interesaba el peligro que corría, sabía que Deku estaría cubriendo su espalda ante cualquier ataque, confiaba en él.

   Se aproximó hasta estar frente a ella y sujetó su cintura con la mayor delicadeza que pudo y la cargó entre sus brazos, alejándola del peligro.

   Ella no tardó en hablarle con dificultad.

─Lo siento.

   Sabía porque se disculpaba repentinamente, aún así negó con suavidad y la silenció, pero ella parecía no escuchar sus palabras, porque siguió intentando vocalizar.

─Nunca quise irme, nunca quise dejarlos. . . No me odies, por favor.

─No te odio, carajo. Solo resiste, aún tienes que ser una heroína ¿Acaso lo olvidaste?

   Sus labios se apretaron con fuerza, el miedo invadía cada parte de él, porque quisiera o no, le importaba demasiado como para verla herida de gravedad y no poder hacer nada más que sostenerla entre sus brazos y no dejarla caer.

   No mentía al decir que conocerla fue como hallar un trébol de cuatro hojas. Si pudiera elegir algo, ese algo sería volver a coincidir con ella nuevamente, volvería a tenerla en su vida mil veces más.

─No sabes cuanto aprecio que el destino los haya puesto en mi camino. . . Estoy agradecida.

   Sus palabras lo hicieron sentir aún peor, porque sabe que ella no ha tenido la mejor infancia ni la mejor vida. Aún le quedaba mucho por ver, por descubrir y experimentar. Ella aún debía conocer muchas cosas y él debía estar a su lado para enseñárselas.

─Me enseñaron que estar rota no era una debilidad. . . Y que tener cicatrices no significaba que fuera irreparable.

   La miró a los ojos e hizo su mayor esfuerzo para no fruncir su ceño ante los sentimientos negativos que estaba sintiendo en ese instante.

   Hikari Yamae era la casualidad con los ojos más bonitos que ha llegado a conocer. Tuvieron la magia de conectar y la suerte de coincidir, no la dejaría ir.

   Tal vez fue la situación lo que lo llevó a confesarse, porque pese a verla morir entre sus brazos, se negaba a que se fuera sin antes saber lo que sentía por ella.

Me gustas, mierda, me gustas desde que te vi ese día y sentí algo inexplicable cuando me miraste. Tú ya me tenías desde antes que nuestros labios se besaran, me tuviste desde que sonreíste con tanta felicidad. Ese día supe que estaba jodido, porque podías hacer lo que quisieras conmigo y aún así yo estaría enamorado de ti. No sabes cuanto me detesto por darme cuenta de lo que sentía cuando te fuiste, cuando te perdí. Me hiciste cambiar mi perspectiva, pusiste todo de cabeza, lograste sacar una parte de mi que solo tú puedes tener.

   Ella sonrió con pesar, derramado lágrimas que solo hacían que el corazón de Katsuki doliera.

─Te lo estoy diciendo ahora y te lo volveré a repetir cuando no estés muriendo entre mis brazos. Así que sobrevive carajo.

   Ya estaban llegando a una zona segura por lo que aceleró aún más sus pasos. A los pocos minutos llegó y de inmediato los médicos se le acercaron con horror al ver a Yamae.

─Sí deja que muera, seré yo quien lo mate a usted.

   Tras amenazar a uno de ellos, dedicó su atención a los ojos debilitados y opacos de Hikari, quien no dejó de sonreír con dificultad en ningún momento.

   Por un momento dudo en cometer su siguiente acción, aún así mandó todo al carajo y se acercó lo suficiente como para unir sus labios en un torpe movimiento.

─Te hice una promesa, cumple con la tuya ojos de sirena.

   Finalmente se levantó a pesar de tener un mal presentimiento. No quería que se fuera y esperaba a que al menos esta vez los dioses se apiaden de ella. Merecía ser feliz después de tanto.

   Tal vez en otro universo pudo encontrarla en otra circunstancias, conocerse como era debido y estar con ella como lo merecía. Pero no estaba seguro si ese universo existía, por eso se encargaría de que ella sobreviva en este y así poder hacer las cosas bien.

   Le dio un último vistazo mientras corría nuevamente a la batalla, jurando salir victorioso y cobrar venganza por ella.

   Varías personas trataron de ganarse su corazón pero, en un corto tiempo llegó ella y se lo llevó por completo, fue como si estuviera esperándola, como si le perteneciera.

   con ese pensamiento en mente atacó a Shigaraki justo en el rostro, insultando su existencia por el mero hecho de respirar. El desgraciado se merecía eso y más.

ᴄᴏɴᴇxɪᴏɴ | ʙᴀᴋᴜɢᴏ ᴋᴀᴛꜱᴜᴋɪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora