5: Tu horario te condenará

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Severin

Sigo sin procesar lo que ocurre. ¡¿Por qué estoy en el auto de este chico?! Lo observo de refilón mientras él se queda mirando las calles pasar. La comunicación con su chófer está dividida por un vidrio. No recuerdo la última vez en la que estuve en un vehículo como este. A papá no le gustaba gastar en ostentosidades, incluso aunque podía, sin embargo, puedo rememorar cuando se daba un pequeño gusto y lo acompañábamos.

Aunque esto es diferente, esto no es por gusto.

―¿Me quitas el brazo? ―me quejo cuando de la nada Renart me ha rodeado―. Puedes seguir ignorándome, te lo agradecería mucho.

Gira su vista hacia mí y me sonríe.

―¿Te da vergüenza? ―pregunta.

―Me da rabia.

―¿Siempre eres tan cariñosa? ―expresa con sarcasmo.

―Sigo sin entender por qué quieres que todos piensen que salgo contigo.

―Eres la chica nueva.

―¿Y? ―Enarco una ceja.

―Es muchísimo más creíble.

―Quieres parecer serio, ¿por qué con las demás ya te revolcaste? ―teorizo.

Se ríe.

―Qué inteligente.

―Qué irritante.

―Es simple, si digo que salgo con alguna que ya estaba en el colegio, sería desmentido muy fácil, y justo apareciste en mi camino, debemos estar destinados.

Me agarra la barbilla, así que le pego en la mano.

―No molestes, eso no explica por qué quieres una falsa novia.

―¿Para qué deseas saber? ―Aleja su brazo de mí y pone ambas manos en su nuca, estirándose―. No creo que te sirva de mucho para deshacerte del asunto.

Alzo un dedo.

―Si la gente descubre tu mentira, esta vez sí te quedarás sin descendencia.

―¡Ay, mis bolas tienen tanto miedo! ―se burla.

―¡Hablo en serio!

―Supongamos que sí, ¿ya te vas a tranquilizar?

―¡No!

―¿Por qué?

―¡Caes mal!

―¿Qué te hice? ―Hace una pausa―. Aparte de obligarte a ser mi novia, lo cual hubiera sido real si no hubieras escapado cuando nos cruzamos.

―Tienes tanto ego como para alardear de que me hubieras conquistado sin tu amenaza, no me hagas reír. Te traté mal a la primera, porque seguro mi alma supo que eras un embaucador desde el principio, estoy segura.

―Vaya, ahora eres bruja ―se sigue burlando y luego insiste―. ¿Me vas a decir qué te hice?

―Ser un imbécil.

―No es cierto, te ayudé cuando nos chocamos, ¿o no?

―Lo hiciste a propósito, ¿verdad? ―Entrecierro los ojos.

―Y me salió mejor de lo que esperé. ¿Quién hubiera pensado que eras una Wagner? Y luego que te tirarías a mis brazos.

―¡¡Me desmayé, estaba borracha!! ―chillo, avergonzada.

Tu secreto te condenará #ONC2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora