17: Tu sentimiento te molestará

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Renart

¿Qué son los sentimientos? ¿Cómo se controlan? ¿Por qué mi corazón palpita tan rápido cuando la veo? ¿Qué clase de horrible hechizo es este?

Aunque en realidad no sé si es tan horrible, o sea, es mejor que ver las sonrisas falsas de mis padres.

―Queridos progenitores, quiero presentarles a mi novia. ―Hago que Severin dé un paso adelante―. La luz de mis ojos, mi Darling.

Antes eso era una mentira, ahora me da asco parecer tan cursi, pues siento que estoy diciendo la verdad.

―Voy a vomitar ―murmura la mencionada.

Eso quiero hacer yo, ya que siento que escupiré arcoíris de amor por la boca y me parece tan desagradable que necesito pegarme un tiro.

―Un gusto conocerte, jovencita ―expresa mamá, papá solo sonríe―. ¿Cómo te llamas?

―Severin ―responde ella a secas.

―Bueno, creo que ya terminamos de hablar. ―Tomo su mano para alejarnos de los buitres―. Vámonos.

―¡Me vas a romper un brazo! ―declara mi falsa enamorada.

―Relájate y disfruta del banquete. ―Le señalo los postres―. Haremos un poco de presencia, luego nos iremos, no planeo quedarme mucho. Además, no quiero que te interroguen.

Pueden descubrir todo en un santiamén.

―Creo que no entendiste la parte de que iba a vomitar ―se queja.

―Pensé que hablabas de forma metafórica.

―¿Por qué? ―Me observa extrañada y me río―. ¿Y ahora de qué te burlas?

―No lo hago, solo me pareció curioso que mis pensamientos concordaran con tus palabras.

―No voy a preguntar en qué pensabas. ―Mira hacia adelante.

―¿Te duele la panza? ―consulto, volviendo al tema.

―En realidad, no quería decirlo, pero estoy indispuesta.

―Ah, cosas de mujeres ―murmuro―. Por eso estás tan irritable, aunque siempre lo estás.

―Te patearé la cara. ―Gruñe.

―¿Ya tomaste algo para el dolor?

―No, pues pensé que no era para tanto ―expresa, indignada―. Lo había ignorado hasta ahora.

Sonrío.

―Te conseguiré algo, espérame aquí.

Se sienta en una de las sillas de las largas mesas, entonces me dirijo a la camarera, a la cual le explico la situación, entonces regreso con lo necesario.

―Gracias ―expresa Severin.

Llena un vaso de la mesa, para tomarse la pastilla. Me observa de refilón con los ojos entrecerrados, viéndome como un animal asesino, pero al final no dice nada. Bebe el jugo, tranquila.

―¿Necesitas algo más? ―pregunto―. ¿Te muestro los baños?

―No hace falta, estoy bien.

Ahora me siento mal por haberla tirado en el pasillo.

―Maldición ―me quejo y me siento en la silla que tiene a su lado.

―¿Qué pasa? ―Refunfuña, supongo que por sus dolores.

―Es bien molesto estar enamorado.

Sus mejillas se sonrojan, supongo porque le da vergüenza mi aclaración, entonces mis emociones cambian de un segundo para otro. Estaba enfadado y preocupado, pero ahora me encuentro en una emoción indescriptible, la cual me ha regresado el humor.

―¡No digas esas cosas tan a la ligera! ―me reclama.

―¿Por qué te sonrojas? ―Sonrío―. Quiero saber.

―Porque es incómodo.

―Lo supuse.

―No estoy para tus bromas, no es un buen día. ―Bufa.

―No es una broma, es lo que siento. Será muy raro, cursi y asqueroso, pero no estoy mintiendo. Sé que no me crees, pero es verdad.

―Lo que sea. ―Rueda los ojos.

Me río.

―Te pediría bailar, pero no es un buen momento.

―Solo si eso ayuda a que no me hables.

―No prometo nada, podría hasta besarte. ―La observo de manera intensa―. ¿Qué opinas? Eso es cuándo y dónde ―sugiero sobre su condición para besarla en este trato.

―Muy poco tiempo para procesarlo, mejor no.

―Si quieres nos vamos, pero perderías tu beneficio, he notado que todavía no lo has decidido.

Me observa, cohibida.

―Qué desagradable.

―¿Yo o tus dolores? ―Me río otra vez.

―Ambos.

Veo que deja el vaso y se levanta, entonces me ofrece su mano. Muy a su pesar, entrelazo nuestros dedos, entonces me levanto también. Nos vamos al centro donde hay gente bailando los lentos. La agarro de la cintura, entonces la mantengo cerca de mí.

―Me gusta tu perfume ―susurro.

―Si vas a besarme, hazlo y punto.

Le alzo la cara, entonces nos miramos.

―¿Estás segura?

―A Seguro se lo llevaron preso.

Me río, pero tanto que hasta carcajeo y la suelto. Es un chiste estúpido, pero como viene de ella, no puedo evitarlo. Siento que estoy haciendo el ridículo, aunque con sinceridad, no me importa.

Cuando freno un poco, noto que ella evitó reír. Dicen que la risa es contagiosa, parece que es verdad. Agarro la mano con la cual cubrió su boca, entonces la aproximo hasta mí, así es como elijo este instante para besarla.

 Agarro la mano con la cual cubrió su boca, entonces la aproximo hasta mí, así es como elijo este instante para besarla

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Amo que Renart se preocupe 💖

Saludos, Vivi.

Tu secreto te condenará #ONC2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora