33: Tu mañana te encantará

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Severin

¡Paren todo!

―¡¿Dónde estás tocando?! ―grito.

Lo golpeo, olvidando que estoy encima y me caigo también, pero tengo tan buena puntería que mis labios vuelven a tocar los de él. Parpadeo varias veces seguidas mientras tengo pegada mi boca a la suya y me quedo observándolo, confundida. Aunque ahora es Renart quien se aparta, adolorido.

―Ay, mi espalda. ―Sostiene mi hombro para mantenerme alejada―. Y creo que rompimos el asiento.

―Ups. ―Me río―. Pero eso te pasa por aprovechado, acá la única víctima es la pobre silla.

―Bien, bien, pero ayúdame a levantarme ―pide, entonces me inclino y le ofrezco mi mano, así que la acepta, entonces terminamos parándonos del suelo por completo―. Me alegra volver a tener a mi chica bruta en acción. ―Me agarra de la cintura.

Miro su mano, luego alzo la vista.

―Vamos despacio, acabo de admitir que me gustas. Ni creas que me voy a tirar a tus brazos tan rápido.

Se ríe.

―Así me encantas.

Me vuelve a besar, entonces le correspondo.

~~~

Esto de dormir con Renart se me hará costumbre. Ya parecemos casados, pero sin casa propia. Lo bueno es que nadie nos puede interrumpir, porque aquí Norman no vive. Además, mi hermano duerme hasta tarde y mi madre nunca se sabe dónde está. Aunque no sé por qué me encuentro tan tranquila, ni idea si debería alegrarme aquello. Quizás solo sea el abrazo de Renart que me reconforta.

Abre los ojos y ya se me acabó la tranquilidad, porque mi corazón corre muy rápido al verlo, más cuando me sonríe.

―Buenos días.

―Ho... hola ―digo, nerviosa.

―Fue lindo lo de anoche.

―Sí, pero no hagas malpensar al público.

Enarca una ceja.

―¿Qué público? ―pregunta.

Señalo la ventana.

―Los pajaritos.

Se carcajea.

―Qué ocurrente ―opina.

Aprovecho para levantarme ante el movimiento de su risa, pero logra agarrar mi mano y tirarme hacia él, entonces me abraza.

―Un ratito más.

―Tenemos clases ―le aclaro.

―Pero no en la misma aula.

―Esto es muy romántico, pero hay que seguir con nuestras vidas. ―Le doy palmaditas en el pecho―. Vamos.

―No seas arisca, Darling. ―Me da un leve beso y me quedo callada―. Te dejé muda.

―¡Cállate! ―Le pego y chillo, repitiendo―. ¡Vamos!

Me hace caso, entonces nos preparamos, luego me sigue detrás, como todo un escolta, con una sonrisa pegada en el rostro que enamora, y su mirada de emoción que observa cada movimiento que hago.

―¿Q...? ¿Qué? ―Me sonrojo.

―¿Es real?

―¿Qué cosa? ―consulto, confundida.

―Nosotros.

―Sí, supongo. ―Enarco una ceja―. ¿No me declaré anoche? ¿Fue un sueño? ¡Ay, me estás confundiendo! ―chillo.

Se ríe.

―Es real ―repite, entonces sonrío también, luego se me acerca y me da un beso―. Te quiero mucho, Darling.

Quedo anonadada, así que tardo en responder.

―Vas muy rápido, pero yo también te quiero.

Perdí mi cerebro por alguna parte, ¿dónde lo encuentro?

Se ríe, acto seguido, me da otro pequeño beso y agarra mi mano mientras estoy aturdida. Luego nos vamos de camino a la universidad. Lástima que después debemos separarnos, porque tenemos distintas clases, pero fue una linda mañana. También sonrío como boba.

 También sonrío como boba

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Tu secreto te condenará #ONC2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora