Renart
No solo me insulta, también me golpea, esta vez sí logra darme en mis partes, se aseguró de ello. ¿Me lo merecía? Probablemente. ¿Me arrepiento? No. Vale, lo admito, me gustó que me dijera mis verdades.
―¡¡Pero, señorita!! ―grita la enfermera mientras tengo un hielo en las bolas―. ¡¿Cómo se le ocurre hacer esas prácticas en la universidad?!
―¡¡No se imagine cosas!! ―chilla Severin―. ¡¡Lo golpeé de verdad!!
―Oh, los chicos de hoy en día. ―La señora se va contoneando sus enormes caderas, y antes de salir de la habitación se escucha un último aviso―. Voy por más hielo.
Severin y yo nos quedamos a solas.
Se forma un silencio mientras me mantengo sentado en la banca de la enfermería, y la muchacha a la que besé, permanece a una gran distancia de mí, casi llega a la otra pared.
―La gente está loca. ―Corto el silencio.
―¡¡Tú estás loco!! ―vuelve a chillar Severin―. ¡¿Por qué me besaste?!
―Muy buena pregunta. ―Me quedo pensativo―. Bueno, supongo que insististe tanto con eso del sentimentalismo, que me generaste un afecto hacia ti o algo así, seguro es tu culpa.
―¡¡No inventes estupideces!! ―grita, sonrojándose.
―¿Alguna otra teoría?
Abre la boca, luego la cierra.
―No... no tiene lógica.
―Lo sé, pero es lo que creo que pasó ―admito.
―¡¡Eso no tiene sentido!!
―Como sea, es lo que ocurrió, solo hay que aceptarlo y ya.
―Ni se te ocurra volver a besarme ―advierte, hasta señalándome con su dedo índice, la muy maleducada―. ¿Entendiste? ―insiste.
Veo como mi pantalón se está mojando por el hielo derretido y todas mis piernas tienen un frío de muerte. Está helando aquí, moriré de hipotermia. Entonces, me abrazo a mí mismo, temblando.
―Creo que quedo bien claro. ―Estornudo.
―¡¿Es broma?! ―Está desconcertada―. ¡¡No puedes enfermarte tan rápido!!
Tomo una gran bocanada de aire y estornudo de nuevo.
―Qué asco. ―Agarro un pañuelo, así que me sueno, cuando alejo la tela y la guardo en mi bolsillo, muevo la nariz―. Creo que sí me enfermaré.
―¡¡No fue por mi culpa!! ―se defiende.
―Claro que no, debieron haber pasado unos días para que lo sea, lo que sí es tu culpa es el frío que estoy padeciendo, llévate esto. ―Tiro la bolsa de cubitos al suelo y me levanto―. Me voy a mi habitación. ―Camino como un pingüino.
―Iugh, eso tocó tus partes. ―Retrocede, aunque también evita reír y se cubre la cara, por mis raros movimientos al avanzar. Cuando paso por su lado, me amenaza en el momento que me detengo, se ve tensa―. No te me acerques.
―Cálmate, Darling, no te iba a atacar.
―No confío en ti, ahora menos. ―Entrecierra los ojos.
―Yo soy el lesionado, sé una buena novia y cuídame.
―¡¡No!!
―Bueno, supongo que le tendré que decir a todo el mundo que tu apellido es Wagner.
―¡¡Ni se te ocurra!!
―Una buena pareja cuidaría de su novio si está herido ―aclaro.
―¡¡Fue tu culpa, y te quiero bien lejos!! ―chilla―. ¡¡Déjame respirar!! No puedo creer que me robaras ese beso, me agarraste desprevenida, no es justo ―expresa, un poco triste.
―Vale, lo siento, no sé qué estaba pensando. Te dejaré ir, pero ayúdame a llegar a mi cuarto al menos, ¿no?
―Ninguna de nuestras acciones fue buena, pero es verdad, no te puedo dejar en ese estado ―reflexiona.
Sonrío.
―Me alegra que nos entendamos.
Mira para un costado y ofrece su mano con un gesto de molestia, pero algo avergonzada también.
―Vamos, te acompaño, no vaya a ser que te caigas.
Acepto su mano, entonces avanzamos por el pasillo. Unas cuantas miradas nos observan, pues mi caminar es bien ridículo, sin embargo, yo me quedo concentrado en contemplar a Severin y el desconocido sentimiento que empieza a crecer sobre ella. Debo ser masoquista, pero me agrada mucho esta chica, así de la nada, y no lo puedo evitar.
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Tu secreto te condenará #ONC2024
Teen FictionEl chico más popular, descubre el secreto de Severin, y para que él se quede callado, ella deberá aceptar ser su novia. Y así es como un día dejas de pasar desapercibida. Historia participante en Open Novela Contest. Disparador: 123.