Epílogo: Los condenados de Venus

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Hall

Un año antes.

Hay música fuerte, luces parpadeantes de diferentes colores y muchas personas bailando. Es el patio principal de la universidad. Una silueta se aproxima hacia mí, con esas buenas curvas, esos cabellos negros, largos y ondulados, más unos labios carnosos que trasmiten deseo. Curioso, es Venus, como la diosa.

―Hola, Ve, creí que detestabas estar entre universitarios.

Se aproxima más, entonces cuando sonríe, lo que veo no es su labial rojo que se ha corrido. Noto su labio inferior partido, entonces la miro mejor y debajo del ojo también tiene un moretón. Voy a abrir la boca para decir algo, pero me la tapa con su dedo índice.

―Hoy no, no hablemos de mi proxeneta. ―Hace una pausa, entonces se ríe―. O quizás sí, pero más tarde.

Se acerca Jaled hasta la mesa en la que estoy sentado encima, entonces Venus sonríe, corre y lo abraza, le da un beso en la mejilla, luego en los labios.

―¡Jaly, viniste! ―dice, emocionada.

―Oigan, ¿este amor no era de tres? ―expreso, celoso.

―Me encanta que sus nombres combinen, Halled forever ―inventa un shipp, el amor de mi vida.

Aunque igual no me molesta, hasta me parece gracioso. Esta relación comenzó porque yo la seguía a ella, Venus a Jaled y él a mí, así fue como terminamos juntándonos los tres. Quizás a algunos les parezca de locos, pero como estamos bien con eso, los demás no importan.

―¿Qué te pasó en el labio? ―consulta Jaled.

―Es lo que quise preguntarle, pero no me hizo caso ―indico.

―Más tarde ―insiste ella.

Sonrío.

―Bien.

Nos divertimos un poco, andamos a los besos, entonces cuando se afloja la tensión, Venus decide aclarar su plan.

―Está aquí ―declara mientras me besuqueaba con Jaled.

―¿Y qué quieres hacer? ―consulto.

―Asustarlo, darle de su propia medicina. ―Está cruzada de brazos y baja un poco su escote para mostrarnos las quemaduras de cigarrillos―. ¿Qué opinan?

―La vieja sala de calderas ―acota, el moreno―. Oí que había desperfectos y todavía no los arreglaron, está prohibido entrar ahí.

―Puedo conseguir la llave ―agrego―. Creo que hay un aula al lado de esta.

―Debe haber gente ahí, todo el edificio está de fiesta.

―¿Eres cobarde ahora? Tú lo sugeriste ―me burlo―. Bien, no importa, lo haré yo.

―No puedes, todo el mundo te conoce, eres Nowell ―aclara Venus, luego suspira―. Mierda, plan a la basura.

―Sé que Jaled puede hacerlo. ―Apoyo mi mano en su hombro y se sonroja―. Será el superhéroe.

―Lo haré ―declara el conquistado.

Ponemos el plan en marcha, entonces Venus guía a su proxeneta al aula. Jaled tenía razón, hay personas aquí. Daños colaterales, supongo. Nadie divisa al moreno y logra entrar, entonces termina de destruir lo que ya está roto, por lo tanto, de esta manera, inicia el fuego. El incendio es más grande de lo que parece ¡Vaya! Abarca más de lo que creí. Saco a mi chica del salón y huimos, nadie nos ve. Por su parte, Jaled queda atrás, por quedarse a ayudar.

Su apellido se escucha por toda la universidad, y tiene mi llave, lo único que puede inculparme. Hacemos un trato, entonces la recupero, uso mis influencias para que nadie quede pegado y nunca más se hable del asunto. Luego terminamos discutiendo, entonces dejé de limpiar su porquería, así que me importó un bledo su apellido.

La relación de tres se deterioró, y se volvió de dos.

Actualidad.

Tomo el sol en frente de la casa de mis padres, recostado en la reposera, con mis anteojos oscuros, y descanso muy tranquilo. Cuando la veo con ese bikini de rayas, todas mis hormonas se alteran, entonces bajo mis lentes, para mirar esa bella silueta.

―Si estoy en el cielo que me pellizquen.

Venus sonríe, camina hasta mí, luego se me sube encima.

―No, soy el demonio ―dice, próxima a mi rostro, me quita las gafas negras y luego las tira hacia atrás―. ¿De verdad perdiste la apuesta?

―Sí, Renart y Severin están muy bien juntos, pero no te preocupes, ya te conseguiré otro idiota para estafar.

―No lo hago, sé que lo lograrás. ―Sus cabellos largos caen sobre mi pectoral al descubierto―. ¿Y cómo está Jaled? ¿Sabes algo más de él?

―Conoces que le encanto, no tienes oportunidad.

―Es muy Nowell de tu parte decir eso. ―Se carcajea―. Pero como utilizaste sus sentimientos por ti, para conseguir lo que querías, debe detestarte, y yo tendré la ventaja de recuperarlo.

―Lo abandonaste a su suerte y se está librando de los traumas que le causamos. Oí que está yendo a terapia, así que déjalo en paz.

―Bueno, está bien. ―Se muerde el labio inferior―. Solo si me das un beso.

No le respondo, entonces atiendo a su pedido. Mientras nuestras bocas se tocan, se pueden oír las olas del mar. Debe ser lo único saludable entre nuestras almas podridas, llenas de veneno. El néctar prohibido tiene que ser mi obsesión por esta mujer, pero no me importaría condenar mi alma para esta deseable e insistente diosa. Si fuera por mí, el agua se puede cargar todos nuestros más oscuros secretos. 

Tu secreto te condenará #ONC2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora