EMILY BYRON
Nunca pensé que fuese a echar de menos tanto un lugar, pero tengo que reconocer que en el fondo, me alegro de estar de vuelta en Benston. Esta vez no fue fácil recorrer las casi cincuenta millas que separan la capital del pueblo.
A pesar de que James ha venido a ayudarme y luego nos ha acompañado en todo el trayecto, viajar con dos carruajes llenos de personas y cuatro cargando muebles y enceres no es fácil. Hemos salido a las cinco de la mañana y llegado a las diez de la noche a nuestro nuevo hogar.
Los señores Guest vinieron a darme la noticia de que arrendaban su casa de Londres hace tres semanas. Al principio causaron tal revuelo, que muchas de las damas de la alta sociedad le pidieron a mi señora que me dejara en Londres durante toda la temporada, pero la señora les explicó que ellos también me echaban de menos, por lo que fueron invitados todos a visitarme en Benston cuando les fuera posible.
Los embajadores alemanes han sido los primeros en aceptar la invitación y se pasarán unos días con nosotros en el mes de marzo.
También ha sido una complicación añadida que varios de los sirvientes no quisiesen irse de la ciudad, preocupados por la educación de sus hijos menores de edad, puesto que en Benston no existen escuelas y los padres no pueden educarlos, ya que no saben ni leer ni escribir. Esos sirvientes se han quedado al servicio de la familia Pearson, que son los nuevos inquilinos. Al igual que Elizabeth, el ama de llaves, que se ha quedado a cargo de la casa de Billy.
La primera que se ha emocionado con el cambio es Susan, que ya se enamoró de la finca cuando estuvimos juntas en Navidad. Imagino que por eso me ayudó muchísimo con mi encargo de que embalaran los muebles que me pidió que le hiciéramos llegar a su casa, la señora Guest.
Lo que no sabía era que la cocinera que trabajaba en Benston también se había mudado, al igual que varias de las jóvenes iban a dejar su trabajo, por lo que tan solo costó ubicar a una de las limpiadoras, ya que el resto era más que necesario en la casa. Los padres de Anne se han quedado con ella, puesto que necesitaban contratar a alguien con urgencia para su casa.
Así que, después del revuelo inicial, todo sigue su curso como si este fuese el estado natural de las cosas y no hayamos tenido que mudarnos a toda prisa para dejarle la casa a la nueva familia que la ocupó al día siguiente de nuestra partida.
—¿De dónde viene tan tarde? —me pregunta James, porque he quedado con él en visitar las ovejas, ya que Kate me tiene loca porque se han adelantado a parir dos ovejas y los borregos son preciosos.
—No he podido salir antes de la cocina —le explico a mi amigo.
—¿Por qué está trabajando en la cocina? La señora Guest le ha dicho en más de una ocasión que no hace falta que trabaje —me riñe James, en cuanto el carruaje comienza a moverse.
—No quiero estar todo el día sin hacer nada ni entrometerme en cómo lleva Anne la casa —le explico.
—¿Entrometerse? No conozco a nadie a quien le guste menos llevar una casa que a Anne. Créame que se lo agradecería en el alma si le quitase esta responsabilidad, además de que Charlotte Guest le ha dicho que para ella es parte de la familia y que no debería trabajar como una sirvienta.
—Sabe que no voy a aceptar tal cosa —le contesto, avergonzada.
—Debería, asimismo, que tiene que descansar más. Se le nota que está fatigada.
—Preparar la mudanza fue agotador, al igual que el traslado. Tan solo llevamos cinco días en Benston, permítame que me habitúe —le pido.
—¿Echa de menos Londres? —me pregunta James, siempre interesado en todo.
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Lady in waiting - Terminada
Ficción históricaA Emily le ha tocado nacer en la Inglaterra de principios del siglo XIX, con una niña pequeña a la que cuidar y alimentar y un futuro incierto. El miedo y la preocupación harán que no se permita soñar con una vida mejor, ya que solo unos pocos afort...