No fue el camino transitado de vicios el que alegró mi alma. Tampoco el consuelo impostado con el que se engañan los tontos. Fue un diálogo con el silencio, con mí silencio, la espera paciente en razonamiento, la búsqueda desde la semilla que mantiene en vigilia aún mi corazón que es capaz de comerse a sí mismo si no tiene donde derramar tantas imágenes.
Diría que busqué, soñé, experimenté, luché y me decepcioné de mí y de todos. Más tarde entre tantas cosas que aprendí volví a creer otra vez en mí y volví a amar y amarme con más intensidad.... que loca contradicción. Lo mejor que encontré, es lo que no quiero que me falte jamás, la compasión; esa unión de amor y sabiduría que llevamos dentro desde el día que nacimos y perdimos con el crecimiento y la llegada del egoísmo, el peor aliado.
Crecí creyéndome demasiado grande para este pedazo de mundo y uno es del lugar donde se reconoció como ser por primera vez, ya sea donde te lleven las ilusiones, eternamente habrá en tu alma un espacio para la añoranza de ése lugar.
Viví para mí y para otros de muchas maneras. Mas, hice de todo para escapar de mí misma, de la brutalidad con la que me juzgaba, amaba y protegía. Te juro que no era diferente por placer. Yo soy distinta y eso es una responsabilidad y carga. La sabiduría pesa, a veces la ignorancia es el medio más eficaz para la felicidad.
Ahora estoy aquí, con la sensación de voces y luces que no reconozco, la amarga imagen de una riza que dejó de ser mía, una postal que retiene en mis ojos las cosas que me fueron amadas, los seres queridos, los sueños compartidos que no ya encajan en las fibras de mi corazón.
Sigo perdida en mí, sin mí, atada a un cuerpo entre súplicas para que no me deje y exigiendo sin límites, entro y salgo en un sopor como un dormir intranquilo e indescifrable que va dejando vacío el presente y lanzando mi alma al pasado pidiendo perdón. No son mis manos las de siempre, hace un tiempo una voz ordenó partir y estoy marchando, deshaciendo mi aliento en un ir lento, sin sospechas ajenas, ni rastros.
Te estoy regalando lo poco que queda de mi estancia, mi dolor hablado en poesía. Mira mis ojos que no son azules, aún sigo haciendo resistencia...mira dentro de mis ojos... me estoy yendo, no quiero hacerlo todavía.
Asoria hablaba sentada con el mar, en un rincón de la playa lejos del pueblo donde las rocas habían construido una especie de gruta. Desde allí recibió respuestas que sólo ella pudo entender, su rostro recobró la serenidad y sus brazos recuperaron el equilibrio.
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ELLAS A TRAVÉS DE MÍ
De TodoCuatro historias de fantasía, mensajes espirituales, sueños realizados e irreales con una dramaturgia desentrada y desde una prosa poética.