El 4 de noviembre apenas salió el sol, fue uno de los días más fríos que se recordarán en la historia del pueblo. La mayoría de los habitantes permanecieron en las casas al amparo de las chimeneas. Detrás de la ventana de cristal, con un chocolate caliente entre las manos Ariela contemplaba la ciudad desierta y pensaba en cuan parecido estaba el clima con su vida, al estar concentrada en sus pensamientos no alcanzó a ver desde el principio el saludo que le hacía desde la acera de enfrente Ferres y respondió con una sonrisa cuando éste dio la espalda y se perdió en uno de los callejones que desembocaban en el antiguo muelle de la salina.
Su marido dormía doblado bajo las mantas carmelitas. La mujer dejó la taza encima de la mesa, se cubrió del frio y salió a prisa.
Ocho horas después regresó. La casa seguía en penumbras. Sin perder tiempo comenzó a preparar la cena, no encendió más que una tenue luz, no quería que su esposo la viera llorar. En un trozo de papel escribió lo siguiente..."No siempre en la vida se puede soñar con los ojos pegados al techo, el alma regocijándose en el aire, porque el tiempo no se detiene y el cuerpo pierde fuerzas. Sal y defiende tus sueños". Abrió una caja de galletas, guardó en ella el papel y volvió a esconderla en el último estante de las provisiones.
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ELLAS A TRAVÉS DE MÍ
AcakCuatro historias de fantasía, mensajes espirituales, sueños realizados e irreales con una dramaturgia desentrada y desde una prosa poética.