Capítulo #9

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Cómo entender la vida sino a través de imágenes? Es una pregunta constante en el pensamiento de Andrea, los olores, los sentimientos, las voces, los colores, las palabras, todo tenía una historia previa que hablaba por sí misma. Y ella creía leer entre las líneas invisibles de cada cosa que no son otras que las letras con las que escribe el universo. Ésta tarde Andrea se cansó de pensar y creció…
Gala se vistió de satín verde dorado, con pamela y zapatos altos bajó del tren, caminó directamente a la playa desierta, los tacones se hundían en la arena haciendo difícil la coordinación al desplazarse. A orillas del muelle las hormigas se comían un pobre pez descolorido por el sol. Esperó pacientemente hasta que lo vio venir a lo lejos en el bote, con su risa única y mágica en el mundo, el pelo rubio, los cachetes hinchados y una expresión eterna de desconfianza en la mirada.
Sentados uno entre las piernas del otro comieron lo que quedaba del pez descolorido y las hormigas. Más, la soledad de sus corazones impedía mirarse a los ojos. Gala dijo en un susurro.
_ Quédate conmigo.
El respondió con frialdad.
_ No, ni hoy, ni después.

Ella sacudió la arena del vestido en la destartalada estación del tren, tras correr desesperada bajo la lluvia. Refugiada en un rincón escribió una carta que él recogió allí mismo 22 años más tarde, la carta decía así:
“Antes miraba el cielo y sabía de donde venía la lluvia. No sé qué día olvidé levantar la vista al infinito y me conformé con el olor del polvo mojado. Acomodé el corazón a escuchar sólo mi voz. Me quedé sin ganas de escribir, sin órdenes del universo, entre ansias y realidades vividas a retazos, suspirando entre un anhelo y tu ausencia. Todo lo que alcancé fue reprimir el deseo de morir. Inventé un fantasma que desde el principio quise sinceramente y terminé perdiendo. Tuve una puesta de sol y después de tenerla no me bastó; entonces comprendí que no era culpa del sol, ni tuya.
Muchos, muchos son los sueños que sirven de estandarte para sostener un futuro incierto, muchas respuestas dejamos en el camino sacrificadas para solo concentrarnos en solo una  que está al final de la vida y que ni siquiera es capaz de hacernos feliz. Quise tanto ayer y hoy convencerte de mis razones; pero no puedo ya con el cansancio, porque mis ansias de locuras no quieren respuestas que alivien a lo que se volvió una perenne herida de fuga y no quiero sobrevivirme a mí misma, sino vivir, vivir lidiando con mis contradicciones. ME DUELE TU FALTA COMO UN SIGLO CONTADO A SEGUNDOS. Cuando te inventé en la adolescencia, lo hice tal cual te quería sin saber que ya crecías como yo, no sabía que desde entonces estaba preparando el futuro, hablaba para ti con palabras tan auténticas que no reconozco cuando logro aislarme de semejante delirio irritante y ardiente. Hoy tampoco soy diferente y guardo mi secreta idolatría por ti en un paraíso mío del que nadie podrá desterrarme.
Lo que hace la diferencia de este amor que te tengo es que te sigo queriendo como una niña, con la inocencia de un corazón que nunca conoció el dolor. Si pudiera decirte ELÍGEME A MÍ...
Trataré para siempre de que el silencio apacigüe el dolor, y que la tristeza de tu pérdida plante bandera blanca y se rinda, que mi amor por ti se sienta derrotado y comience a sanar.
Cuando terminó de escribir dejó la carta enganchada en un clavo, se fue descalza, tacones en manos entre los raíles de línea en dirección a la ciudad.

  ELLAS A TRAVÉS DE MÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora