Capítulo #18

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Lucas era dueño de una flota de 7 barcos camaroneros, personalmente se encargaba de ir una vez por semana a la casa de Vália con un cargamento de comidasy útiles hogareños, los domingo la más chiquita de sus hijas tenía la obligación de ir a lavar la ropa y limpiar la casa de la ciega. Cuando Lucas visitaba a su amiga pasaban las horas conversando, bebiendo vino y fumando.
El rumor del regreso de Asoria le trastornó de modo que envió el cargamento de provisiones con uno de sus empleados. Sin embargo no sosegado su corazón pasó en la tarde por allí.
La puerta estaba entreabierta, un aroma de flores salía de dentro. Él nunca tocaba, simplemente tiraba del gancho y se iba adentro, pero esta vez dio dos toques. Desde el patio respondió una voz conocida que él creía ya olvidada y apareció con ella la imagen retenida en sus pensamientos, solo que ahora agotada y marchita.
_Pasa sin miedos, no es el pasado de golpe lo que tienes enfrente.
_Es más (dijo Lucas con una sonrisa perdida en el dolor) Es la burla de palabras no comprendidas. La sabiduría acumulada no es escudo para sentimientos clavados. El fantasma que acosa y juzga se vuelve   tristemente una verdad que traspasa el dolor humano.
Más de 30 años viví este momento o viví para este momento, ahora no sé bien. Cada día acontecía en un lugar diferente y con edades distintas a consecuencia del paso de los años. Cada día el diálogo era dramático o trágico pero yo ensayaba distintos discursos que me hacían más fuerte, hiriente a veces, compasivo y escuchaba una justificación con la que podría satisfacer mi orgullo y así morir feliz. Por fin descubro en éste instante que no tengo palabras e ideas lógicas, porque en mis sueños repetidos era todo tan real y éso hizo que me mantuviera en pie, para poder hoy tenerte frente y darme cuenta que no me importan ya tus razones, ni quiero explicarte mi dolor.
Asoria atravesó la sala y salió al portal, quedo de espaladas a Lucas, desde allí respondió sin voltearse un segundo a mirarlo.
_No sabía cómo eran los regresos, aplacé siempre ese pensamiento por el de una búsqueda que no concluye con un retorno al punto cero. Si estás pensando que vine fracasada, como los pocos que me recuerdan, estás errando. Vine a cerrar un crecimiento, a encontrarme a mí misma. Sin embargo yo si tengo un discurso para ti, único, lo hice hace muchos años cuando todo lo que no me dices ahora, fue dicho en el silencio de mi pensamiento.  Las almas grandes una vez que se encuentran no dejan de comunicarse, esto es para ti (y extendió un papel que guardaba en bolsillo del vestido) Puedes ir al lugar de siempre, recordar mi voz juvenil, mi manera de entonar las palabras y matizarlas y será como si yo estuviera allí. Vália está dormida, le diré que pasaste a saludar.

En el mismo lugar donde crecieron viendo el atardecer leyó la carta que Asoria escribió 33 años atrás: Lo siento, no soy rosa, no soy cisne, ni siquiera puedo esconderme detrás de una sombra. Nunca podrás encontrarme en el equinoxio y mucho menos convertirme en un solsticio de verano. No tengo alas y las del alma contigo ya han volado lejos y no bastan. Soy tan solo un tiempo, efímero en sí mismo, imperdurable sin un hoy, aferrada a un equilibrio, ya tendremos tiempo para no ser. No quiero irme todavía, estoy en deuda con mi cuerpo. Mientras, voy sin ti en un sosiego de razones pensadas por otros y tú trasciendes mundos. Lo siento, no soy yo si por tenerte me niego, el amor no paga precios tan altos, ni sacrificios tan bajos de incompatibles recuerdos. Puedes tenerme desde dentro, pero esa no soy yo, yo soy ésta, que también idealizó lo que no eres...
Se hizo de noche y la tierra y el mar se confunden en la oscuridad, no hay límites para lo seguro o lo incierto. Lucas esperó el amanecer para volver porque se perdió dentro de él mismo.

  ELLAS A TRAVÉS DE MÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora