Capítulo #26

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Él no es comparable con nada, es lluvia que alivia el dolor de cabeza y la opresión en el pecho. Son golpes que a ritmo de tambor sacuden el corazón cuando le tienes delante y el mismo fuego que arde en tus ojos al mirarlo es el que quemó las manos de Ariela en la cafetería el primer día que se cruzó con Adel Kader. Imposible es medir el tiempo de una experiencia de amor, se detiene en segundos, dos personas que nunca antes se habían visto sienten como una fuerza que estaba dentro los abandona y sale a danzar junto a otra en armonía con el universo de manera que sin palabras y a través del silencio se comunican como si siempre hubieran estado unidas. Esta es la poderosa extensión del amor que solo logran entender los hombres, el amor hace milagros que aceptamos como convenciones porque eso es lo que es el amor; un milagro que nace desde el deseo de Dios para la creación siendo ella misma en toda su perfección imagen y semejanza.
Él leía un libro y ella estaba por sentarse; después llegó la risa del reconocimiento libre, respondiendo a la realidad concreta que tenían delante porque el amor va unido siempre a la verdad y eso nunca es poca cosa. Ariela termino de tomar asiento y Adel Kader se levantó, sin dejar de sonreír dejó la cafetería, ella no lo siguió con la vista porque los dos estaban seguros que seguirían encontrándose.    

  ELLAS A TRAVÉS DE MÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora