Llegamos a una tienda completamente de lujo, ya saben, luces tenues claras, paredes blancas y su piso de alfombra roja. Ni Katsuki ni yo tenemos la necesidad ni de abrir una sola puerta, en cuanto estábamos afuera las señoritas que trabajan ahí las abrieron por nuestros guardaespaldas. Ellas sabían de nuestra llegada y nos esperaban con ansias, seguro es una de las compras más grandes, rápidas y lujosas que se ha realizado en esa tienda
-Bienvenidos, familia Bakugou-
-Gracias- Les respondí sonriente a todas y a cada una de las señoritas.
En cambio Katsuki solo se limitó a jalarme de mi agarre que tenía en él.
-Deberías ser amable.- le recriminé
-¿Para qué? Si les estoy comprando, no me están regalando nada
-No tiene nada que ver con ser agradecido.
El rubio solo me giró los ojos
-!Joven Bakugo, Señorita Gray! Es un gusto tenerlos aquí.- habló con mucha emoción una señora peli negra con canas que a pesar de ello se veía bastante bien, un poco alta y con lentes rojos adornando su rostro, sin olvidar sus detalles de accesorios de oro muy llamativos ya que iba vestida completamente de negro la hacían resaltar bastante bien.
-Buen día- sonreí dándole un codazo a Bakugou que sin esperar, él habló
-Señora Conan, un gusto verla. No queremos perder tiempo ni que usted pierda su tiempo, así que ¿mi esposa puede pasar a probarse su vestido de una vez?
-No seas tan apresurado joven Bakugo, el día de hoy aparté toda esta tarde solo para ustedes dos, así que no hay prisa- la señora le dió un guiño y yo al querer soltar una carcajada me aguanté al sentir como Katsuki apretó más mi agarre por el enojo.
Él odia "perder tiempo"
-Si...pero puedo pasar ya, ¿no? - pregunté
-Los nervios hacen que ambos quieran apresurar todo, son jóvenes, no se adelanten...Pero viendo su emoción, acompáñame linda.
-Claro- respondí mientras le dejaba mi bolso rojo a mi prometido
-Joven Bakugou puede sentarse en ese sofá, en un momento vendrán a atenderlo
Yo avancé con la mujer de tez extremadamente blanca.
-¿Lista?- me preguntó en cuanto estábamos delante de una cortina enorme y negra. Yo solo asentí con la duda de saber qué vestido había elegido mi suegra, la señora Mitsuki Bakugo
La señora y su asistente abrieron las cortinas cada una de un lado y a su vez dejando ver tal vestido enorme debajo de unas luces blancas que hacían resaltar todos los detalles debido al fondo negro que había hacia que resaltara únicamente el vestido. Mi vestido.
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