11. perfume.

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11. perfume.



Habían pasado unos días desde su discusión con Nancy Wheeler. La había estado evitando en los pasillos de la escuela, e intentaba no pasar por delante del cuarto del club de periodismo por tal de no verla encerrada mientras tecleaba y revisaba papeles.

Ese día, en la escuela, las clases no se llevarían a cabo con regularidad. Las primeras dos horas todos los estudiantes se reunirían en las gradas de la cancha de baloncesto, donde un homenaje a Chrissy Cunningham y Fred Benson se realizaría.

El director de la escuela estaba en el medio de la cancha, frente a un micrófono, esperando a que los maestros llegaran con sus grupos detrás suyo en una fila. Aunque, por los nervios y la emoción —de no tomar clases— hizo que no siguieran mucho las reglas en cuanto a caminar en línea recta y en silencio.

Alaska, y su grupo —en el cual, lamentablemente, también estaba Jason— se sentó en la tercera fila de las gradas. La rubia desde allí podía ver mejor los poros y el sudor en la frente del director, y también a Nancy Wheeler sentada en la primera fila junto a la facultad. Tenía un cuaderno en su regazo y una cámara colgando de su cuello. Era de esperarse que el director de la escuela, y la maestra encargada del club de periodismo, quisieran que la celebración fuera publicada en el muro del periódico.

La Dumont, quien tenía unas enormes ojeras bajos sus ojos debido al insomnio que le estaba ocasionando las constantes pesadillas, dejó de mirar a Nancy cuando esta, notando su mirada, se volteó a verla. Alaska no se preocupó porque Nancy intentara llamar su atención o hablar con ella debido a que el homenaje había comenzado.

El director lo dejó saber dándoles unos golpecitos con el dedo al micrófono mientras hablaba «Un, dos, tres. Un, dos, tres. Sí, sí, probando, probando. ¿Me escuchan?». Dejó de golpear el micrófono cuando los estudiantes y los maestros asintieron musitando un simple «sí».

—Quisiera, primero que nada, agradecerles por haber venido —comenzó a hablar el director.

Alaska dejó de escuchar, estaba sumida en sus pensamientos. Solo captaba ciertas frases del director expresándole sus condolencias a las familias de las víctimas, hablando sobre el historial de los dos estudiantes asesinados y recordando lo buenos que eran, y sus aportaciones con las porristas y el club de periodismo. Luego, Alaska recobró el interés cuando mencionaron a Eddie Munson.

—Creo... —el director hizo silencio, escogiendo cuidadosamente sus palabras—, es una pena —sentenció—. Claro está, que todavía no se sabe si Edward tuvo que ver, aunque las sospechas cada vez son más. Es doloroso, como director, ver a uno de tus estudiantes caminando por los pasillos y al día siguiente ver su rostro en los periódicos siendo acusado como sospechoso de algo tan horrible.

—Ni al caso.

Alaska pudo escuchar los murmullos que intercambiaba Jason, en la fila de atrás, con uno de sus compañeros.

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