05. a night we'll never forget.

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05

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05. una noche que nunca olvidaremos.



Nancy se mantuvo parada unos segundos. A sus espaldas podía escuchar el ruido que hace el agua al chocar contra las rocas. Así que, Nancy dedujo que estaban cerca de un cuerpo de agua dulce. La cosa era saber cuál.

En Indiana, pues estaba segura que se encontraban todavía en el estado, habían cuatro ríos y lagos. Estaba el río Blanco, el cual quedaba casi a las afueras de Indiana. También estaba el río Maumee, pero por la ausencia del ruido de la ciudad, le decía que ese no podía ser. Por último estaban el río Greenville Creek y el lago Monroe, que era mejor conocido por los locales como el lago de los Amantes. Podía ser cualquiera de ellos.

Otra pregunta que rondaba por la cabeza de Nancy era: qué hacía Eddie Munson escondido cerca de algún río o lago. Aunque, también pasaba por la mente de Nancy la posibilidad de que fuese una emboscada y de que Alaska la dejara allí sola en medio de la nada.

—¿Ya puedo quitarme la venda?

Nancy alzó sus manos, como si se tratara de un zombi, para intentar encontrar a Alaska.

—Esos son mis pechos —Alaska finalmente habló en el momento en que Nancy colocó sus manos sobre ella. La castaña las apartó de inmediato, sintiendo un calentón acampar en sus mejillas—. Estaba bromeando —comentó la rubia entre risas—. Ojalá pudiera haber visto el miedo en tus ojos.

—Solo guíame —Nancy mandó, ignorando olímpicamente la broma por parte de la Dumont.

—Lo que tú ordenes, princesa —Alaska contestó, rodeando el cuerpo de Nancy. Puso sus manos sobre su hombro—. No hables hasta que yo te lo diga. Si te escucha a ti antes que a mí, seguramente salga corriendo.

Alaska comenzó a caminar, obligando a la castaña a hacer lo mismo. De inmediato un olor a galletas de mantequilla desprendió del cuerpo de Nancy Wheeler. El olor estaba en ella, en sus rizos, en el tejido de su suéter morado, en los huesos de la chica y seguramente quedaría un tiempo impregnado en la punta de los dedos de Alaska.

Flanqueó por unos instantes. Casi cerró sus ojos para oler aquel aroma femenino e inocente, el cual la hacía flotar. Pero eso sería raro, pensó la rubia, por lo que se concentró y siguió caminando.

—Eddie —Alaska habló. Su voz sonó por el lugar.

Nancy sintió como Alaska alejaba sus manos de ellas, y de repente un frío atacó el lugar en donde estas habían estados. Era como si le faltara una pieza al rompecabezas.

Nancy escuchó el sonido de una puerta rechinar.

Alaska, quien no tenía ninguna venda en sus ojos, pudo notar como Eddie Munson se aferraba al marco de la puerta con sus ojos saliendo de su órbita. Recordó que puso la misma expresión cuando salió de su habitación y se encontró con Chrissy Cunningham levitando en medio del trailer.

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