16. shut up and kiss me.

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16. cállate y bésame.



Nancy no había salido de su casa en dos días. Ni siquiera para ayudar a su madre a regar las plantas y las flores del jardín, ni a recoger el periódico que lanzaba aquel niño en bici a las seis de la mañana ni tampoco dio cara cuando a la señora de enfrente se la tuvieron que llevar en ambulancia porque sufrió un bajón de azúcar. Se había vuelto un vampiro, alérgica al sol, o un hombre lobo, incapaz de salir en la noche de luna llena.

Varios factores jugaban en su contra. El beso de Alaska y Robin, la pelea con Alaska y el regreso de Jonathan. Sin contar todo el asunto del Upside Down, que eso era otro problema más.

Primero que nada, el beso la había tomado por sorpresa. Sabía que lo que tenía con Alaska era relativamente nuevo, y todavía no tenían etiqueta. Pero, los besos que ya habían compartido y las miradas secretas contaban como algo, algo lo suficientemente fuerte como para que fuera exclusivo. Pero Alaska, siendo Alaska, lo estropeó con el beso. Dijo que Robin la había besado, pero tenía esa pequeña vocecita que le decía que Alaska no le había disgustado, y que, al final y al cabo, Robin estaba dispuesta a darlo todo. Cosa que a Nancy todavía le aterraba.

Después del huracán, se suponía que llegaba la calma. Pero no. La pelea sucedió. Porque después del huracán no viene la calma, viene la incertidumbre. Lamentablemente, la pelea solo hizo que las cosas fueran en picada. Nancy se arrepentía de las cosas que dijo. En su mente estaba Alaska, de rodillas llorando. Porque llegó a voltearse. Nancy se volteó, titubeando, pero decidió marcharse porque en su mente era lo mejor. Ahora, que ya no habían nubes grises en su cabeza, podía darse cuenta lo mucho que la extrañaba, y lo mucho que le llegó a gustar la rubia en tan poco tiempo.

Y finalmente, la llegada de Jonathan ponía todo a prueba. Resulta que Nancy pasó el examen. Literalmente, había entrado en la Universidad de Boston, pero, también pasó el examen metafórico de sí cabía la posibilidad de que le siguiera gustando Jonathan Byers. Y la respuesta era no. Ya no le gustaba, y le sorprendía lo rápido que podía superarlo. Aunque lo evitaba, porque sabía que el Byers todavía tenía la esperanza de que la relación renaciera.

Nancy Wheeler intentaba despejar su mente, viendo películas y pudriéndose en el sofá. En vez de una copa de vino, tenía un refresco en su mano.

Miraba con aborrecimiento Sixteen Candles, y solo quería lanzar el control remoto, la lata de refresco, un cojín y una lampara al televisor. Odiaba esa película, pero no entendía porqué la seguía viendo. Por fortuna, para el televisor, el timbre sonó y Nancy decidió pararse ya que no había nadie en casa y podría ser importante.

Abrió la puerta e intentó cerrarla de un portazo en las narices de Robin Buckley, pero la rubia de pecas se lo impidió. A su vez, se abrió pasó en la residencia ya que Nancy se dio por vencida fácilmente y se dirigió de vuelta al sofá.

lovers rock  ⭒  nancy wheeler. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora