18. til the end of the world.

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18

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18. hasta el fin del mundo.



La casa de los Creel estaba más oscura de lo normal debido al manto negro que cubría todo el cielo de Hawkins. Afuera yronaba y relampagueaba sin parar; se sentía como si fuera el fin del mundo. Las calles comenzaban a inundarse poco a poco, primeros las alcantarillas y luego los patios de las casas que quedaran, colina abajo.

La casa de los Creel se sentía más tétrica aun. No importaba si conocías la macabra historia o no, la casa te ponía los vellos de punta. Las paredes de madera, mohosas por el pasar del tiempo, chillaban ante cualquier trueno o cualquier pisada de alguno de sus nuevos intrusos.

—¡Once! —exclamó Nancy en cuanto la puerta principal se abrió. Una adolescente, de cabello hasta los hombros y ojos café le devolvía la mirada con una media sonrisa.

—Pensé que era calva... —Alaska le murmuró a Nancy, antes de que esta se acercara a Once y la recibiera con un abrazo.

—Gracias por venir —Nancy le dijo.

La sala de estar, vacía, se llenó de los adolescentes y también de los más grande; Steve y Eddie los habían llevado hasta allí.

—Soy Alaska —se presentó la rubia, estrechando la mano de Once—. Es un placer conocerte, he escuchado cosas locas sobre ti —agitó su mano sin medir mucho su fuerza. Once sonreía nerviosamente—. No locas en mala manera, no es que seas loca por haber escapado de un labo...

—Ya es suficiente —Nancy intervino la conversación y el incómodo saludo de manos.

—Trazamos un plan de camino aquí —Once mencionó para el beneficio de Alaska y Nancy—. Vecna... o Henry —Once titubeó un poco al decir aquel nombre—, habita en el Upside Down que yo misma creé. Él se mete en sus cabezas, y mientras lo hace, él está inmovilizado. Lo sé, porque me sucede lo mismo cuando tengo que espiar a alguien. Ahí es cuando aprovecharemos para atacarlo, y luego cerraré el portal.

—Yo lo distraigo, ¿qué debo hacer? —Alaska preguntó.

Nancy la miró. Intentar detenerla era una opción que no tenía. La rubia era terca, al igual que ella, y haría lo que fuera por mantener a salvo a Indiana. Entraría sola, sin nada, e intentaría pelear a puño limpio con el mismísimo Vecna si eso significase mantener con vida a su hermana menor.

—No lo sé... —Once confesó.

—Existe un patrón, ¿lo recuerdan? —Max interrumpió—. Se alimenta del medio; del trauma. Así que, tendrás que alimentarlo, Alaska —la pelirroja le dedicó una mueca de lástima y compasión.

—Yo me quedaré con ella —Nancy se ofreció. La mirada de Jonathan, quien venía ya escaneándola desde que habían entrado, se mantuvo en ella por unos largos segundos—. Estaré junto a ella en caso de que tenga que volver a la realidad.

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