Capítulo 10

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Llego con el coche a la puerta del hotel, un minuto antes de la hora acordada, marcando las 16:59. A las 17:06, veo que Chiara sale corriendo por la puerta, provocando que sonría como una tonta. Rápidamente se sube al asiento del copiloto y me saluda, dejándome un beso en la mejilla que me deja algo aturdida.

—Perdón por el retraso, Vio.

—No pasa nada, Kiki.

—¿Llevas mucho esperando?

—No, nada.

—¿Has llegado tarde? —Me sonríe, sé que quiere sonsacarme la hora para quedarse tranquila.

—He llegado puntual. Solo han sido cinco minutos, nada comparable a las dos horas de ayer. —Se echa para atrás en el asiento resoplando por mi comentario.

—¿Qué tengo que hacer para que me perdones lo de ayer?

Se me ocurren un par de cosas...

—Nada. Es para picarte, tonta. No me enfadé en ningún momento. De hecho, estoy aquí como compensación. Vamos a encontrarte una casa. —Sonríe y ella me sonríe de vuelta.

—Vamos. Let's go.

Recorremos de un lado a otro de la ciudad, con horas cuadradas a la perfección para visitar cada casa con el agente inmobiliario. A pesar de que todas las viviendas le agradan, ninguna logra convencerla por completo. El tiempo se desliza entre las opciones, dejando un rastro de dudas en su expresión mientras seguimos explorando.

Llegamos a un ático en el Triángulo de Oro de Madrid, frente a la plaza de Alonso Martínez. La ubicación es maravillosa. A pesar de ser un apartamento, al ser un ático la casa es inmensa, con cuatro habitaciones, tres baños, un vestidor, un despacho, una sala vacía para uso libre y dos salones, uno conectado con la cocina al estilo americano. La vivienda destaca por su luminosidad, y la terraza, casi igual de amplia que la casa, ofrece unas vistas impresionantes.

Además, el apartamento cuenta con zonas comunes como gimnasio, piscina y pistas de tenis.

Observo la expresión de Chiara mientras le explican todos los detalles de la casa. La completa ilusión se refleja en su rostro; es evidente que la vivienda le fascina. Aunque no lo ha mencionado, intuyo que las vistas desde la terraza son el punto clave. En todas las casas que visitamos, su atención se centraba en lo que se veía desde este espacio, y esta en particular ofrece una vista espectacular.

Chiara se queda admirando la casa mientras hablo con la empleada de la inmobiliaria. Mientras me explica el procedimiento, me entrega documentos detallados sobre cómo llevar a cabo el proceso, las opciones de pago y los plazos para mudarse. Hago un esfuerzo por recordar toda la información para explicársela a Chiara con detalle más tarde.

Antes de irnos, me aseguro de decirle a Chiara dónde debe firmar para hacer la reserva.

—¡Vivi! ¡Es perfecta! Muchísimas gracias, eres la mejor. —Me abraza rodeando mi cuello con sus brazos cuando volvemos a la calle. Le respondo abrazando su cintura mientras nos movemos de un lado a otro, balanceándonos.

—Solo hemos mirado un día. A lo mejor, mirando con más detalle otras casas hay alguna que te guste más.

—Yo me guío por intuición. Ya pensaba que no me iba a gustar ninguna, pero en cuanto he entrado he sabido que sería mi casa.

—Entonces genial, me alegro mucho de haberte ayudado. Me encanta que estés así de feliz.

—Es gracias a tí.

Vuelve a abrazarme, como si quisera traspasarme toda su gratitud.

—Ahora tendré que hacer todo el papeleo para tenerla cuanto antes. He pensado en seguir guardando el secreto hasta que tenga toda la casa lista y amueblada. Contarles alguna trola y hacerles venir hasta aquí y darles la sorpresa directamente.

Harmony in WhispersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora