Capítulo 32

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Narra Chiara

Me despierto estirando mis manos buscando a la persona con la que quiero amanecer todos los días. Para mi decepción, la cama está vacía. Me levanto al escuchar la casa en completo silencio para descubrir que Violeta no está en ella. La llamo varias veces pero el teléfono ni siquiera da señal.

Llamo a mi familia y paso al menos una hora y media hablando con ellos, mientras tanto, Violeta no da señales de vida. Mis esperanzas de que vuelva con un desayuno sorpresa se desvanecen. Además, al abrir la nevera y encontrarla vacía, me veo obligada a salir a hacer la compra. Me visto con calma y bajo a la calle sobre las ocho de la mañana, donde veo una furgoneta negra estacionada frente al portal. Al principio, no le presto mucha atención, pero me inquieta cuando la veo moverse y seguir mis movimientos. Mi siguiente decisión resulta ser un completo error, ya que al no conocer aún bien las calles, termino en un callejón sin salida, sin una sola persona a la vista. Antes de que pueda siquiera gritar, cuatro individuos salen de la furgoneta y me obligan a subir al vehículo en contra de mi voluntad. Me colocan una bolsa sobre la cabeza y me esposan las manos a la espalda. Intento escuchar algo, pero reina el completo silencio durante al menos dos horas.

Detienen la furgoneta después de escuchar mis quejas sobre la urgencia de ir al baño. Escucho el sonido de pasos y, entre dos personas, me sacan del vehículo con cuidado para no hacerme daño. Me obligan a caminar hasta una puerta y, una vez dentro del baño, me quitan las esposas y me retiran la capucha. Dos hombres esperan afuera del cubículo mientras hago mis necesidades y aprovecho el momento para dejar que las lágrimas fluyan, tratando de procesar lo que ha sucedido. Limpio mis lágrimas antes de salir del baño, tratando de ocultar mi estado emocional, y me vuelven a atar para llevarme de regreso a la furgoneta.

Unos minutos después, la furgoneta vuelve a ponerse en marcha, y esta vez me liberan de las esposas. No me atrevo ni siqueira a intentar quitarme la capucha, agradecida por el alivio que siento en mis manos. Me recuesto en los asientos que han quedado libres, escuchando la música de fondo mientras pasan al menos otras tres horas.

Cuando finalmente parece que hemos llegado a nuestro destino, me sacan de la furgoneta y siento la arena bajo mis zapatillas. El pánico empieza a crecer cuando me doy cuenta de que estamos en un muelle, y pronto subimos a un barco. Antes de que pueda reaccionar, me quitan la capucha y me encuentro con un montón de caras conocidas frente a mí.

Mis supuestos secuestradores se quitan las máscaras, revelando que son Omar, Álex, Lucas, Juanjo, Martin y Álvaro. Observo a mi alrededor, sorprendida al ver el barco decorado con globos y carteles de felicitación.

—¡Felicidades! —Exclaman todos al unísono, incluidos mis padres. Las lágrimas brotan de mis ojos, una mezcla de alivio, miedo y enfado.

—I can't believe it. I got so fucking scared, you guys are idiots, and you let them do this to me? —Mis padres me miran intentando aguantarse la risa.
—Is this funny? —Miro alrededor de la gente buscando a mi novia, pero no aparece por ningún lado.

—It was your friends' idea, honey. —Mi madre se encoge de hombros algo más seria al ver mi enfado.

—¿Y dónde coño está Violeta?

—No hemos sabido nada de ella recientemente, Keeks. —Martin me mira algo triste. Miro a los demás, también en completo silencio, sin saber la ubicación de mi novia.

—Tus veinte tenían que ser inolvidables, Keeks, seguro que no se te olvidan nunca. —La gente empieza a acercarse para abrazarme. Ruslana es la primera, que me pude disculpas mientras se ríe.

—Seguro que ha sido idea tuya. —Intento calmarme y evitar pensar sobre la desaparición de la otra pelirroja.

Después de abrazar y saludar a todos mis familiares y amigos presentes, nos cambiamos de ropa a algo más ligero debido al buen clima en la costa. El barco es bastante grande y las vistas son preciosas. Hay música de fondo y una mesa repleta de comida lista para celebrar todos juntos.

El tiempo pasa entre risas y anécdotas de todos, lo que logra hacerme olvidar el susto y un poco de la ausencia de Violeta.

De repente, comienza a escucharse un sonido, como si una lancha estuviera acercándose.

Intento levantarme, pero mis amigos me detienen, asegurándome que no debo preocuparme por nada, dado el susto que he tenido. Denna, Juanjo, Martin y Ruslana deciden investigar hacia la cubierta, un área que no puedo observar desde donde estoy. Después de unos largos minutos, regresan charlando como si nada hubiera pasado.

—¿Qué pasa?

—Nada, era una pareja, que si sabíamos donde estaba la orilla.

—Se habían perdido. —Complementa Juanjo a Martin.

Todos los invitados, excepto mis padres y mis hermanos, se levantan de la mesa y salen afuera. Intento levantarme un par de veces, pero mi padre continúa haciéndome preguntas sobre el trabajo y no puedo dejarlo con la palabra en la boca.

El sonido de una avioneta me distrae, al igual que a mi familia, que se levanta de la mesa para ver qué está sucediendo. Observamos cómo tres avionetas se aproximan, una detrás de la otra. El primer cartel que pasa dice: "Felicidades, Kiki". Mis lágrimas comienzan a fluir al darme cuenta de quién es la autora del regalo, solo hay una persona que me llama así en este momento. La segunda avioneta tarda en aparecer, pero el mensaje me desconcierta: "Sé que es un poco pronto pero..." Empiezo a especular sobre lo que podría significar, pero no logro conectar los puntos hasta que finalmente aparece la tercera avioneta. "¿Quieres casarte conmigo?"

Mis lágrimas aumentan cuando escucho un carraspeo, y al girarme, veo a Violeta arrodillada frente a mí, sosteniendo una cajita con un precioso anillo en su interior. Observo lo nerviosa que está y cómo empieza a hablar sin control.

—Sé que es pronto, nos conocimos hace cuatro meses pero estoy enamorada de ti y eres la persona que quiero que me acompañe toda la vida. No digo que nos casemos ya, quizás ni siquiera en un año, pero no aguantaba más las ganas de hacerlo porque siento que eres la persona correcta y quiero todo contigo, así que... —Coge aire tras decir todo del tirón. —Chiara Oliver, ¿quieres casarte conmigo? —Al notar mi silencio, los nervios empiezan a apoderarse de ella. —Igual entiendo si ves que es muy pronto, puedo esperar, eh, no te preocupes.

—Bueno, es que yo siempre he dicho que no quería casarme nunca. —Veo como empiezan a estar todos incómodos, incluso Violeta se ha quedado estática en el suelo. —Hasta que te conocí, Vivi, claro que quiero casarme contigo. —Todos tardarn en reaccionar, pero en cuánto Ruslana empieza a gritar como una loca y se tira al mar, todo el mundo empieza a gritar y a tirarse detrás de ella.

—Dios, están locos. —Dice levantándose para colocarme el anillo y juntar nuestros labios en un beso suave, lleno de todo el amor que sentimos. Antes de que, claro, Juanjo y Martin nos arrastraran al agua con ellos.

—Mínimo un año, Vayolet. —Le digo al salir del agua. —A veces me impresiona lo rápido que vamos las lesbianas.

—Cuando tú digas, amor, si es que te encanta mandar, pero quería ser yo quien te lo pidiera y así hacer tus veinte más memorables aún.

—Es el mejor cumpleaños del mundo.

—¿Secuestro incluido?

—No, os la pienso devolver.

Harmony in WhispersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora