Capítulo 31

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Llego a casa dejando la maleta en un rincón de mi habitación y tirandome a la cama, descansando un poco del viaje. Estiro la mano hasta mi bolsillo para llamar a Chiara, sin embargo, tras dos llmadas perdidas, desisto.

Me levanto sin ninguna gana hacia la cocina para prepararme algo sencillo para comer. Mientras los macarrones se hacen en la olla, veo que Ruslana me llama.

—Hola, Vio.

—Ey, ¿qué pasa?

—¿Sabes si la guiri ha llegado ya de Inglaterra?

—¿Perdón? ¿Inglaterra?

—Sí, se fue el lunes a Inglaterra con Nicole y se supone que iban a volver ayer. Al final lo han alargado hasta hoy. Pensaba que lo sabías. Se le habrá pasado contártelo.

—No, hemos hecho llamada todos los días. Es imposible que se le olvide decirme que se ha ido a otro país durante unos días con la tía que está enamorada de ella, justo cuando yo no estoy.

—No sé qué decirte, tendrá sus razones.

—Voy a volver a llamarla.

—Me acaba de contestar. Acaba de llegar a su casa.

—Genial, adiós, Ruslana.

Cuelgo sin dejarla tiempo a contestar. Me quedo mirando a un punto fijo en la pared recordando lo rara que ha estado por teléfono desde que me fui. Incluso la noche del domingo.

Hola, amor.

—Vivi, ¿qué tal por Sevilla?

—Muy bien, el hotel está genial y tampoco tengo mucho trabajo.

—Mejor, así te lo tomas como unas vacaciones.

—Vacaciones sólo si son contigo, Kiki. ¿Qué tal por Madrid? —Empieza a toser, como si se hubiese ahogado con el agua.

—Bien... echándote de menos. —Escucho de fondo como alguien le pregunta algo. —Estoy con Nicole.

—Bueno, así tienes compañía mientras no estoy. —Intento ser positiva sin dar lugar a los celos.

—Nadie puede sustituirte. Te amo, Violeta, muchísimo.

—Yo te amo más, mi amor. Te dejo dormir.

Ninguna de las veces que la llamé preguntando por Madrid fue capaz de decirme que se había ido.

Tampoco tiene que informarte de todo lo que hace.

No, pero me parece raro que no lo haya hecho.

Luego iré a verla, a ver si es capaz de decírmelo sin que le diga nada.

El agua hirviendo cayendo en mi mano me despierta de la disociación que estaba teniendo. Echo agua fría mientras aparto la olla del fuego.

Después de almorzar y tomar una necesaria siesta, me visto y me preparo para visitar a mi novia. Llego alrededor de las seis y toco el timbre varias veces. Finalmente, Nicole abre la puerta, pero su sonrisa desaparece al verme.

Entro en la casa sin darle tiempo a apartarse, buscando a Chiara por todas partes y la encuentro en el sofá, viendo vídeos de lo que supongo que son momentos de su estancia en Inglaterra.

En cuanto me ve, su sonrisa se amplía y se levanta corriendo para abrazarme, haciéndonos caer al suelo. Sin importarle el golpe o la presencia de la rubia que pasa por nuestro lado y se sienta en el sofá, su boca se encuentra con la mía.

—Tienes cara de cansada. —Digo en cuanto nos soltamos, notando cómo se tensa entre mis brazos.

—Será por el jet-lag. —Nicole me mira con una sonrisa ladina, como si quisera desatar una guerra entre nosotras. Le devuelvo la sonrisa y vuelvo a hablar antes de que Chiara tenga oportunidad de explicarse.

Harmony in WhispersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora