Capítulo 14

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Disclaimer:

Los personajes de la siguiente Historia no me pertenecen, son propiedad exclusiva de Marvel Comics y Stan Lee, pero su trama es completamente mía. No autorizo la reproducción, ni la publicación de esta historia en otro sitio sin mi consentimiento, sea parcial o enteramente.
Gracias por esperarme, por los reviews, los favoritos y por los regaños.
Ahora si, ya no os distraigo más:

Capítulo 14.

En realidad el hecho de que ningún asgardiano quisiera desposarla en un futuro no era algo que le preocupara demasiado, ya que el único asgardiano con el que le hubiera gustado desposarse ya no estaba a su alcance, o mejor ducho, nunca lo había estado. Pero la humillación pública era otra cosa. «¡Por las reliquias de los nueve mundos! Ella había luchado (literalmente había luchado) para ser respetada, para convertirse en una guerrera digna y honorable, para ser una mujer de la cual se contaran grandes hazañas cuando su alma hubiera partido al Valhalla. No dejaría, por lo tanto, que Loki tirara por tierra todo su esfuerzo.»

Se encontraba sola en ese momento, la reina había considerado pertinente dejarla un momento a solas antes de la ceremonia, puesto que luego todo sería muy movilizado como para que pudiera pensar en las consecuencias de la decisión a tomar acerca de la que sería la “noche de bodas”.
Estaba sumida en la decisión que acababa de tomar y una lágrima que secó al instante había escapado de sus ojos, se sentía tan débil últimamente, cuando la puerta se abrió bruscamente. Sif se giró suave.

— Milady.—  El rubio había entrado cual ráfaga de viento y en dos zancadas se encontraba junto a ella. «Se veía mucho más arreglada de lo que acostumbraba para las celebraciones. Sus labios de un carmesí intenso, tan rojos...»

— Thor, ¿Qué haces aquí?

— Te ves hermosa Sif. — No pudo evitar emocionarse, era la primera vez que él le decía algo así.—  Pero no debes hacer ésto por obligación, la orden de mi padre es absurda.—  La tomó de los hombros descubiertos, su contacto era suave, en oposición a sus varoniles manos. Sif agachó la cabeza.

— Podrían oirte, sabes que Heimdall oye todo, y desobedecer una orden de Odín puede ser considerado traición.

Thor buscó sus ojos, levanto el mentón de ella con su mano, ojos negros-verdosos, cristalinos...

— Yo puedo hablar con mi padre, no puede obligarte, no quiero que sufras.

— Thor, yo accedí. No creo que tu padre tenga malas intenciones. Como tu madre dice: siempre hay una razón detrás de lo que el Padre de Todo hace.—  Ella se apartó de él hasta sentarse en una de las butacas de estancia.

El rubio apretó los puños en unas clara muestra de enojo.

— Fue mi culpa. Si no lo hubiera dejado caer al abismo esto no habría sucedido, nunca habría llegado a Midgard y Padre no estaría tan enojado. Siempre lo arruina todo con su egoísmo y ambición. Juro que si se atreve a dañarte lo golpeare tanto que ni Madre podrá reconocerlo.

— Podré defenderme sola. Prometo que si necesito tu ayuda te lo diré. — No pensaba hacerlo.

La expresión del rubio se suavizó y caminó hasta situarse en frente del asiento de ella.

— ¿Realmente lo prometes?—  preguntó resignado.

— Solemnemente.—  Afirmó ella haciendo al príncipe el saludo protocolar asgardiano, con su puño cerrado sobre su pecho.

— Aún puedes arrepentirte.— Dijo el blondo a la vez que besaba la mano de la doncella. — Te veré en el Gran Salón.

— Sí, Jane debe estar esperando por tí.

— Thor salió en silencio y una vez en el pasillo bajó su rostro al piso y frunció el ceño: era la primera vez que el saber que Jane esperaba por él no lo hacia sentir feliz, sino incomodo.

~O~

Sif se puso de pie. Era hora de enfrentar su destino, el día aún no llegaba a su fin y para la noche quedaba tiempo. Ahora era el momento de la boda, la gran decisión a afrontar no sería esta, sino qué haría al momento de consumarla.

~O~

Los ojos verdes relampaguearon con alegría, vestirse no era un problema para él. Con un movimiento de manos su traje de gala lucía perfecto sobre su esbelto cuerpo. Verde intenso y dorado, esos eran sus colores.
Su cabello, lo había recortado un poco y estaba húmedo luego de su baño perfumado, con esencias amaderadas, varoniles, dignas de él. Se colocó las botas y su sonrisa se amplió, con un poco de suerte el mismo inepto de su hermano había convencido a Sif de negarse en la ceremonia. Una mueca de disgusto adornó su cara, sería bueno librarse de ella, pero el precio sería la humillación. Pero no, él la conocía bien. «También es orgullosa.» Pensó. «Y no le gusta llamar excesivamente la atención, no al menos desde que le corté el cabello.» —Una alegre carcajada escapó de sus labios. — «Sólo le interesa la atención de Thor, y solo por él desobedecería a Odín y correría el riesgo de ser motivo de burla.»

Tendría que esperar a la noche para ser él quien la humillase y así al mismo tiempo se liberaría de la carga de estar atado a ella.

~O~

Entró en el gran salón del trono con paso firme y elegante, la mirada en alto, en un silencioso desafío a la numerosa concurrencia, una muestra de que por más que a muchos no le agradase él era un miembro de la familia real, un príncipe de dos mundos en todo derecho. Su figura era imponente a pesar de ser delgado, sobre todo cuando su capa ondeaba al paso de su caminar. Su rostro era inescrutable, ni alegría ni enfado se vislumbraba en él, sólo quizás un dejo despreocupación. Se detuvo al llegar a la proximidad del trono donde Odín se encontraba y ahora le sonreía. Arqueó una ceja, que ni lo soñara, él no se inclinaría. El Padre de Todo, al ver el desafío en los ojos verdes de su hijo, se puso de pie con una expresión severa. Aunque por dentro una carcajada pujaba por salir ante la mirada ofendida de su hijo menor. Había cometido el error de mentirle en un intento por protegerlo de la verdad, lo había ilusionado con la posibilidad de ser rey algún día, y ahora podía ver la clara preferencia que había mostrado siempre por Thor. El no conocer su origen solo había generado en Loki incomprensión sobre esa preferencia, celos, ira y dolor. Y ahora por fin el Padre de Todo lo entendía, no le sería fácil ser perdonado, ni mucho menos corregir a su descarriado hijo, pero no estaba dispuesto a perderlo de nuevo, no ahora que sabía cuanto lo amaba.
Frigga y Thor se hallaban de pie a la derecha del trono de Odín, a su lado los tres guerreros. Loki supuso que El Padre de Todo no le permitió a la humana estar tan cerca de su trono, la había visto en la primera fila entre la multitud de asgardianos. Una sonrisa brillante se dibujó en su rostro al mirar brevemente a su hermano, sonrisa que se borró de inmediato al ver el rostro de su madre y el movimiento de sus labios: "inclinate" decían. Sólo pudo rodar los ojos, y a regañadientes se inclinó ante Odín.

El Padre de Todo cambió su gesto severo por uno de satisfacción.

— Loki Odinson, mi hijo.—  El pelinegro resopló. —Príncipe de Asgard, hoy unirás tu vida a la de una valiosa asgardiana, enorgullécenos.

El cetro golpeó secamente el suelo a los pies de Odín nuevamente y las puertas frontales del salón del trono se abrieron.

— Ponte de pie y recibe a quien sera tu esposa.
Con expresión de desgano levanto los ojos para ser recibido por la sonrisa bonachona del viejo «¡Que fastidio!» Un vistazo a su hermano le llamó la atención, lucía... «¿Triste y embobado?» Se giró rápidamente al ver la sonrisa de su madre y la señal de que mirase hacia el frente. Lo que vió era simplemente admirable.

Sif entraba a paso seguro por el pasillo rodeado de gente que llevaba hasta el trono de Odín.
El vestido verde caía a lo largo de su figura, sus pasos hacían ondear la parte inferior de la tela, dándole un aspecto etéreo, casi mágico, a la diosa guerrera. Caminaba a paso lento con la cabeza inclinada hacia el suelo, aunque no por eso su andar era menos firme, pues no dejaría que las inseguridades de su interior se traslucieran mostrando su momentánea debilidad. En esa posición su cabello negro, sostenido a los lados con bellísimas hebillas doradas parecía más brillante.

El Dios del engaño y Lady Sif. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora