5

932 83 33
                                    


Su rutina diaria había cambiado mucho.

Antes Wookyung solía salir de clases e ir a fiestas donde había todo tipo de sustancias, o reunirse con alguna pareja sexual. Sin embargo, su rutina actual era radicalmente distinta, alejada por completo de ese comportamiento pasado.

Se levantaba, le hacía sexo oral a Minho; luego ambos se daban un baño juntos. Preparaban el desayuno y después iban a la universidad en su nuevo auto. Claro, por órdenes de Minho, lo dejaba a unas cuadras de la sede para que nadie los viera. Asistían a clases y al finalizar se encontraban en la misma zona donde dejaba a Minho al llegar. Iban a un restaurante y luego a su departamento, al cual últimamente se referían como casa. Allí, realizaban tareas o trabajos y después tenían sexo o veían películas hasta caer dormidos. Y así cada día durante los dos últimos meses.

Pensó que en algún momento se aburriría, pero nunca se había sentido tan en sintonía con la vida y con alguien, en especial con Minho, siendo que este era terco, de mal genio y, sobre todo, un omega.

Desde pequeño se le inculcó que los omegas eran seres de bajo nivel, que apenas podían contener sus impulsos por su inferioridad genética, que eran simples juguetes. Claro, cuando salió al mundo se dio cuenta de que, si bien los omegas eran inferiores, para sintonizar con la sociedad y los nuevos ideales debía tratarlos como iguales, aunque no creyera ni un poco eso. Sin embargo, estaba Minho.

Un omega.

Y no podía creer lo bien que se sentía a su lado.

Si, Minho, al igual que todos los omegas, tenía períodos cada mes donde se ponía más caliente, más ansioso y le pedía que lo follara y anudara en el calor del momento. Como una puta, diría su madre. Y Wookyung no pensaba menos de él por ello. Era su naturaleza y siendo un alfa se sentía feliz de complacer al omega, se sentía realizado cada vez que terminaban esa fase y Minho estaba relajado y dócil. Feliz.

Él mismo estaba feliz.

Pero no todo era perfecto.

A veces, Minho susurraba el nombre de Doona durante sus sueños, y para Wookyung, cada vez que la veía en la universidad, tratarla bien se hacía más y más difícil. Su cuerpo reaccionaba cada vez que la veía cerca de Minho en el club de literatura, pero se decía que debía ser su lado alfa el que se ponía territorial.

Pero a quién quería engañar.

No podía negar que su corazón se constreñía cada vez que veía a Minho cerca de la mujer que amó, o amaba aún. No era cólera lo que sentía, era un sentimiento extraño para él. Algo como ansiedad, angustia.

"Entonces, creo que ya podemos comenzar con el proyecto." escuchó decir a su contador.

Tenía un plan en marcha y todo iba viento en popa. Este negocio sería enorme, y, sobre todo, ya no sería necesario estar totalmente vinculado a sus padres, a pesar de que tener un fondo fiduciario le había ayudado a realizar muchos negocios que le dieron mucho dinero desde su adolescencia sin que estos se dieran cuenta. Era un chico inteligente que sabía multiplicar sus ingresos.

"Bien, y ya sabes, ni una palabra de esto a nadie."

Se despidió con un gesto y salió directamente a recoger a Minho que aquel día debió asistir a un seminario cerca de la universidad.

Cuando reviso su teléfono tenía un mensaje de él.


Minho

Ven a recogerme rápido.


Aceleró y llegó al lugar indicado. Fuera, vio a Minho con un preocupado Donghoon que sostenía una botella de agua.

InfielesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora