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Era pasada la medianoche cuando escuchó la puerta abrirse. Luego, oyó pasos lentos, y la puerta del baño se abrió y cerró mientras él fingía dormir.

Wookyung había llegado, y aunque Minho intentó no prestar atención, el perfume ajeno llegó a su nariz como una ventisca fuerte y nauseabunda.

Omega. Olía a omega dominante.

Veinte minutos después, Wookyung salió del baño, limpio y con el habitual aroma de sus cremas corporales. Se recostó junto a él, abrazándolo por la espalda como si nada hubiera pasado, y pronto se rindió al cansancio. Minho permaneció inmóvil hasta que percibió su respiración pesada y lenta.

Lo sabía. Sabía que llegaría un momento en el que Cha Wookyung se aburriría de él, en el que dejaría de tocarlo, tomarlo y besarlo, porque ya no era suficiente para satisfacer su apetito sexual. Aunque lógicamente debía sentir alivio, algo extraño pesaba en su corazón. Un peso que hizo que sus ojos se humedecieran y su pecho se contrajera.

Wookyung tenía a otra persona.

El peso del brazo fuerte del alfa solo hizo que Minho no pudiera evitar sentirse más pequeño y desprotegido que nunca. Esa mano que antes lo había sostenido con fuerza posesiva, pasional y complaciente, ahora parecía simplemente descansada sobre su piel, sin intención de tocarlo más como cada noche luego del trabajo. 

Es mejor así.

Esa noche cerró los ojos con fuerza y, después de tiempo, soñó con manos pequeñas y una mirada inocente.









Bandeja de entrada vacía.

Ninguno de los mensajes que escribió a su padre, Donghoon o Taeyoung tuvo respuesta. Suponía que, al ser sus colegas en la universidad y ex compañeros de facultad, estaban avergonzados y enojados con él por sus actos, por cómo rompió el protocolo de maestro y agredió a un estudiante. Sabía que había cometido un error, pero el idiota de Haesol, sin querer, golpeó su pecho, una parte muy sensible para él, que hasta ese momento nadie más que...Cha había tocado, no después de eso. Como omega, se había sentido vulnerado, pero no era algo que pudiera contarles a los demás, ya que todos pensaban que era un beta amargado con la vida al no haber nacido alfa.

Veía los mensajes usuales de propagandas cuando lo vio.

Su corazón se aceleró cuando vio una respuesta, y de la persona que menos esperaba.

"Papá."

Con rapidez abrió el mensaje, y la respiración se atascó en su garganta.

Te dije que no me volvieras a escribir, llamar o hablar. No quiero saber nada de ti. Ya tienes más de treinta años, haz tu vida lejos de mí.

C. Byun.

Quiso reír.

No sabía por qué alguna vez esperó una respuesta diferente de su padre. El hombre prácticamente lo odiaba después de que casi lo amenazara con revelar que tenía un hijo omega si no lo ayudaba a pagar unas facturas universitarias. No lo habría hecho si no hubiera estado tan desesperado después de todo lo sucedido con Wookyung, y porque no podía rendirse y dejar la universidad. En ese momento, era lo único por lo que luchar, como siempre. Pero suponía que ahora no servía de nada. Estaba vetado para trabajar como maestro, y como escritor... no se creía con el talento suficiente. Había perdido la confianza en sí mismo cuando perdió ese estúpido concurso, pero no exageraba. No fue solo por perder. Había leído el trabajo de los demás, incluso el de Doona, y reconoció que nunca sería capaz de escribir algo así. No tenía talento para la escritura, ni un ápice. Por eso lo dejó y decidió enseñar, pero ni siquiera para eso era útil.

InfielesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora