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"Gracias, gracias por esta oportunidad. Me esforzaré."

Cuando terminó la llamada soltó un suspiro. Estaba...contento, después de mucho tiempo sentía una pizca de verdadera independencia.

Encontrar un trabajo como asistente o consultor literario era difícil cuando estaban por terminar el año. Sin embargo, agradeció a los dioses cuando encontró en un viejo portal de trabajos una publicación en la que buscaban traductores, si bien no tenía mucha experiencia en traducción técnica, decidió lanzarse a ello. Afortunadamente el hombre que realizó la entrevista estaba tan desesperado por encontrar un apoyo tanto como Minho un trabajo.

La determinación por comenzar a generar dinero propio llegó al saber qué Wookyung Cha salía con una mujer omega dominante.

El perfume femenino en las ropas que el alfa escondía en la habitación de invitados reveló la verdad que tanto quiso ignorar: solo era el juguete secreto del hombre. Aunque hacia lo mejor por ocultarlo, dolía más de lo que debía, porque se supone que uno no debe sentirse mal por no ser el único para su... captor.

Aunque a veces dudaba de su situación como cautivo por la comodidad y estabilidad que tenía ahora, sabía que al inicio todo se dio mal y que, definitivamente, algo andaba mal con él. Había tenido muchas oportunidades para huir, pero no lo hizo, ni lo hacía. La semana anterior, había retirado dinero de la tarjeta del hombre y caminado hacia la estación más cercana, dejando su móvil en casa, consciente de que tenía GPS. Sin embargo, no había sido capaz de irse. Sentado en la banca del lugar, rodeado de gente que iba y venía, se sintió... solo, se sintió inseguro. Inseguro de qué haría, adónde iría, de qué viviría. Otras preocupaciones más lo abrumaron como un maremoto de incertidumbre y pesar, más fuertes que el conocimiento terrible de que el alfa tenía a otra. Y no pudo. Como consuelo, al final, enojado con su propia debilidad, decidió en esa estación fría y concurrida que, mientras no llegara el día en que fuera desechado, aprovecharía lo que pudiera de ese alfa. Aquel día había regresado, sintiéndose derrotado mentalmente, de la estación a casa, y Wookyung llegó un par de horas después, abrazándolo con fuerza por la espalda mientras cocinaba.

Siempre pensaba en por qué, por qué Wookyung aún no se había deshecho de él. Debía haber una razón fuerte si no lo echaba aun teniendo a una omega con la que parecía tener algo serio. Serio. Después de todo, el mujeriego, sádico y adicto sexual de Cha salía con ella, y a veces olía a ella, pero nunca olía a sexo, nunca. Tal vez la omega no se entregaba a él aún por lo que conservaba a Minho. Lo que llevo al omega a preguntarse si estaba bien acostarse con el alfa.

"Aunque apenas lo hacemos, porque siempre está cansado o es rápido."

¿Era correcto saber de la existencia de la mujer y, aun así, estar dispuesto a aceptar el toque de Wookyung? Era tonto. No tenía opción, no cuando, a sabiendas de ello, no se iba.

Desordenando su cabello con desesperación, suspiró una vez más. No debía pensar en cosas innecesarias y que lo aturdieran.

"Hora de trabajar."






Wookyung llegó a casa. Se sentía cansado, aletargado, no había comido nada en todo el día. El maldito doctor que lo había revisado en la mañana era un bueno para nada que le dijo que tal vez su abuso de consumo de azúcar finalmente había hecho mella en su cuerpo. Aunque le dio unas pastillas para controlar las náuseas. Lo que no había mencionado al doctor, era que lo único que lograba aplacar ese malestar era el aroma cada vez más dulce de Minho. Notó esa variación en la intensidad ya que no estaba en casa todo el día, y cuando regresaba, después de estar rodeado de todos los idiotas de la empresa, podía reconocer el aroma de vainilla y jazmines de Minho, que manaba del omega con más fuerza de lo usual. Contento con el cambio, no le dijo nada al respecto, solo lo abrazaba por las noches y hundía su nariz en la espalda del mayor, drogándose con sus feromonas.

InfielesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora