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Esta sería su última intervención

La última interacción con Wookyung había sido un error, y los resultados fueron perder una gran oportunidad en su carrera.

No volvería a meterse en problemas ajenos nuevamente, no ahora que sabía de lo que era capaz Cha. Solo le daría la primera y última gran advertencia a Minho y luego se alejaría. 
Cha estaba verdaderamente desquiciado.

Cuando divisó a Minho a lo lejos en la sala de maestros vacía, se acercó.

Minho bebía un americano mientras revisaba apuntes para su siguiente clase. Cuando estuvo frente a él, notó que tenía las mejillas sonrosadas.

"Minho." lo llamó, sentándose frente a él.
Minho levantó la mirada, levemente mareado gracias a su usual café con ron.

"Doona."







La visión de Doona y Minho juntos en el salón no fue precisamente el recibimiento que Wookyung esperaba en su primer día como maestro.

Con la mandíbula apretada se alejó del marco de la puerta gris con la cual había cubierto su cuerpo apenas notó que la mujer estaba dentro, hablando seriamente con un Minho desencajado.

Aparentemente Doona no aprendió la lección. No quedaba más que comenzar con otras tácticas que harían el juego más divertido.

Enderezó su columna, estirándose en toda su altura.

Relájate.

Guiándose por su instinto, y el aroma que recordaba vagamente, caminó hasta la cafetería del piso exclusivo para estudiantes de Literatura que lo saludaban emocionados.

Los dominantes, sin lugar a dudas, eran seres superiores. Poseían una inteligencia sobresaliente, una fuerza física y mental imponente, así como también grandes habilidades para influir sobre las masas. Además, contaban con un olfato sorprendente, superior al de alfas normales, que con entrenamiento les permitía detectar cualquier cosa o persona en un radio de distancia determinado, siempre y cuando no hubiera demasiadas interferencias o medicinas en el sistema de su objetivo. Aunque nunca antes había prestado mucha atención o utilizado esa habilidad innata, desde que observó los usos que le dio otro alfa dominante que conoció en Nueva York para encontrar personas, especialmente omegas, empezó a considerar su utilidad. Y de acuerdo a lo que captó la primera vez que lo vio, la persona que estaba buscando era un omega, uno recesivo. 

Cuando vio la oscura cabellera, se acercó con una sonrisa amable.

"Haesol, qué sorpresa." Se detuvo casualmente frente al chico.

"Ah, señor Cha." Le sonrió amablemente.

"Por favor, solo llámame Wookyung."

"Oh, sí, perdón", musitó, con una expresión apenada y bajando la mirada. Era un comportamiento típico. Los omegas recesivos solían mostrar una personalidad sumisa, acompañada de un sutil aroma que no era fácilmente perceptible, lo que a menudo los confundía con betas. Lo único que los diferenciaba de los omegas normales, o usuales, era su pésimo sistema inmunológico y las bajas probabilidades de quedar embarazados.

"¿Cómo te va?" Wookyung tomó asiento frente al muchacho, permitiéndose un momento para observarlo con atención. Doona de verdad tenía gustos variados, porque ese muchacho frente a él era lo opuesto a Minho.

"Bien, algunos temas son difíciles, pero creo que podré adecuarme. ¿Y cómo le va a usted?"

"Profesor Cha, buenos días", interrumpió una joven con sus compañeros, quienes se retiraron con las mejillas sonrojadas tras el saludo que les dio el castaño.

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