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—¿Aún sigues teniendo pesadillas?—Jiyeon solo asintió ante la pregunta de la psiquiatra. Sus acciones hablaban por ella debido a que las palabras siempre se quedaban atrapadas en su garganta. Cada día que pasaba era más difícil para ella y sentía que pronto perdería la capacidad de relacionarse con su alrededor.—¿Puedes contarme qué soñaste esta vez?

"Fuego por todas partes, gritos, y las llamas quemando cada parte de mi ser. Pero lo más memorable, fue mi mano incapaz de alcanzar la de mi madre. Otra vez la dejé morir"

No podía decir ninguno de sus pensamientos en voz alta por mucho que quisiera hacerlo, se estaba condenando y castigando a sí misma ya que todo el mundo la trataba como una víctima y no como la culpable que ella se sentía. No tenía derecho a desahogarse con nadie, estaba dispuesta a cargar con el dolor y la culpa por el resto de su vida. No quería la compasión ni la ayuda de nadie, porque eso solo hacía que se sintiera peor.

Jiyeon había decidido llevar una vida miserable, porque eso era lo que merecía.

Dejó de tomar los antidepresivos, faltaba a la escuela y las terapias, encerrándose en su cuarto a dormir durante horas. Había perdido cualquier intención de vivir como una chica normal de su edad, sus sueños se esfumaron al igual que su sonrisa. Ni siquiera quería llorar, o mejor dicho, sentía que no tenía derecho a hacerlo. Se castigaba reteniendo sus lágrimas cada vez que estas amenazaban con salir, atrapándose en un ciclo interminable de autocondena, uno que era cada vez más difícil de soportar.

"¿Debería simplemente desaparecer?"

Aquella pregunta invadía su cabeza durante sus eternas noches de insomnio y la idea de desaparecer como el humo era cada vez más fuerte. O lo fue, hasta que escuchó a su padre llorar desconsoladamente en la sala de estar. La escena era lamentable, habían dos botellas de vino vacías en la mesa y el mayor sostenía la fotografía de su difunta esposa entre sus manos temblorosas.

—Dayeon, querida...¿qué debería hacer?—sollozó mientras llevaba una de sus manos a su pecho, golpeándolo con fuerza.—¿Por qué tuviste que dejarnos así?

La situación le rompía el corazón a Jiyeon, quien lo observaba escondida desde las escaleras. Su padre casi nunca lloraba frente a ella, solo lo hizo cuando despertó del accidente y en el funeral de su madre. Pero siempre intentaba mostrarle su mejor versión para ayudarla en su proceso de recuperación, no quería mostrarse vulnerable ante su única hija con la esperanza de darle fuerzas y ánimos. Pero al igual que Jiyeon, la culpa lo perseguía día y noche al no haber sido capaz de impedir aquel accidente.

—Te perdí a ti...y ahora siento que estoy perdiendo a Jiyeon también. ¿Qué hago, querida? Mi pobre Jiyeon está sufriendo...¿qué hago para salvarla?—su profundo llanto invadía toda la habitación, era la primera vez que veía a su padre de esa manera, realmente tenía el alma destrozada.—Ella es todo lo que tengo ahora...si la pierdo también, y-yo...no tengo razón para seguir viviendo...

Aquellas palabras fueron suficientes para que Jiyeon bajara las escaleras con rapidez, corriendo sin dudarlo a los brazos de su padre, quien se sorprendió en el acto. Ahora los sollozos venían del lado contrario, estos eran incluso más fuertes y desgarradores, como si hubieran estado atrapados durante años. Finalmente, Jiyeon estaba llorando.

—¿Jiyeon?

—No te dejaré papá, t-te lo juro, nunca me perderás—su llanto era incesante y se le dificultaba hablar con claridad, pero su padre podía entenderla con tan solo sentir la fuerza con la que su hija lo estaba abrazando en ese momento.—Tú tampoco puedes dejarme, ¿entiendes? ¡No puedes dejarme también!

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⏰ Última actualización: Jul 27 ⏰

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CYNOSURE ↬ J. JUNGKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora