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1401 palabras

Después de una semana llena de entrenamientos intensos, Levi y Emma habían encontrado una dinámica más fluida y una confianza mutua. Los campos de entrenamiento eran testigos de su trabajo conjunto, cada movimiento coordinado revelaba una conexión que iba más allá de las órdenes militares. Sin embargo, Hange, siempre curiosa y perceptiva, notó los sutiles matices entre ellos. 

Una tarde soleada, Hange agarró a Emma del brazo y la llevó a su laboratorio, un lugar lleno de experimentos y muestras titánicas. Emma, algo sorprendida por el repentino secuestro, miró a su superior con curiosidad.

-¡Vamos, Emma! Necesitamos hablar sobre algo muy importante-, dijo Hange con una sonrisa traviesa mientras arrastraba a la joven soldado hacia el laboratorio. Dentro del laboratorio, rodeadas de frascos y artefactos extraños, Hange se volvió hacia Emma con expresión de conspiradora.-Querida Emma, he notado cierta química entre tú y el Capitán Ackerman. ¿Hay algo que no me estás contando?-, preguntó la mujer de gafas con una mirada juguetona.

Emma, con las mejillas encendidas, tartamudeó un poco antes de responder. -Bueno, es solo que hemos estado entrenando mucho juntos. Nada fuera de lo común, ¿verdad?-

Hange la miró con complicidad. -Oh, no creo que sea solo eso. Hay algo más, algo que puedo percibir en el aire. ¿No te parece?-

Emma suspiró, dándose cuenta de que Hange estaba decidida a descubrir la verdad. -Quizás... bueno, sí, hay algo. Pero es complicado. Somos compañeros de equipo, después de todo.- La mayor mantuvo su mirada aguda sobre Emma, sus ojos chispeantes revelando una mezcla de entusiasmo y comprensión. 

-Oh, querida Emma, los sentimientos complicados son los más interesantes. Pero, ¿por qué crees que están mal?- pregunto la castaña

Emma se mordió el labio inferior, buscando las palabras adecuadas. -Es solo que... somos compañeros de equipo, y Levi es mi superior. No debería sentirme así. Es incorrecto.-Hange soltó una risa burbujeante y colocó una mano reconfortante en el hombro de Emma. 

-Querida, el corazón no entiende de jerarquías. A veces, la vida nos sorprende con conexiones inesperadas. No hay reglas en el amor, y mucho menos en el cuartel.-

Emma asintió, aunque sus dudas persistían. -Pero, ¿y si él no siente lo mismo? ¿Y si solo estoy haciendo un espectáculo de mí misma?-

Hange le dio una mirada solidaria. -Querida, nunca lo sabrás a menos que lo intentes. La vida es demasiado corta para reprimir lo que sientes. ¿No crees que mereces ser feliz?-

Emma reflexionó sobre las palabras de Hange. El laboratorio parecía ser un lugar de confesiones y revelaciones, y ella estaba comenzando a abrirse a la posibilidad de explorar sus sentimientos.

-Supongo que tienes razón. Solo... me da miedo arruinar nuestra relación profesional-, admitió Emma, con un suspiro resignado.

Hange le dio un apretón alentador en el hombro. -El amor es un riesgo, pero también puede ser la recompensa más grande. Si no lo intentas, nunca lo sabrás. Y si las cosas no resultan como esperas, al menos habrás sido honesta contigo misma.- 

Emma asintió, sintiendo un atisbo de valentía florecer dentro de ella. -Gracias, Hange. Aprecio tu apoyo y... tus consejos.-

Hange sonrió con complicidad. -De nada, querida.- Ahora solo falta hablar con el enano pensó la castaña.

***

Hange se enfrentó al desafío de intentar sonsacar los sentimientos de Levi Ackerman, un tarea que sabía que no sería fácil dada la naturaleza reservada y brusca del capitán. Sin embargo, la curiosidad de la mujer no tenía límites, y estaba decidida a explorar las complejidades del corazón de Levi. La castaña abordó al capitán en una de las salas menos concurridas del cuartel, donde podían hablar con cierta privacidad. Levi, siempre alerta, la miró con su característica expresión imperturbable mientras Hange lanzaba una sonrisa traviesa.

MIDNIGHT RAIN. LEVI ACKERMANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora