MIDNIGHT RAIN. LEVI ACKERMAN

19

2592 palabras

Sin un instante de vacilación, Levi se lanzó hacia ella, sus labios buscando los suyos con una ferocidad que la tomó por sorpresa. Emma respondió instintivamente, pero algo era diferente en aquel beso. Era más ardiente, más desesperado que los anteriores, y la lengua de Levi parecía reclamar cada rincón de su boca con una intensidad que la dejó sin aliento.

A medida que el beso se intensificaba, Emma notaba un cambio sutil en la dinámica entre ellos. La pasión desenfrenada de Levi desataba un torbellino de sensaciones, pero también había algo más, una tensión palpable que flotaba en el aire.

Sin previo aviso, Levi se lanzó hacia el cuello de porcelana de Emma, sus labios explorando la piel blanca y delicada con una intensidad eléctrica. Con un suspiro entrecortado, Emma se dejó llevar por la sensación embriagadora de sus caricias, mientras Levi la tumbaba suavemente sobre la cama.

El peso cálido y reconfortante de Levi sobre ella enviaba oleadas de excitación por su cuerpo, mientras sus labios continuaban su camino por las curvas de sus clavículas. Cada roce, cada beso, despertaba una cascada de sensaciones que la envolvían en un torbellino de placer y deseo.

Emma se abandonó al éxtasis del momento, entregándose por completo a las caricias de Levi. No había lugar para la resistencia ni la duda, solo el puro deleite de sentirse deseada y amada en aquel instante de intimidad compartida. Cerró los ojos, dejando que el placer la envolviera como una ola cálida y reconfortante, sumergiéndola en un mundo de sensaciones sin fin. 

En un momento fugaz, Levi se detuvo, apartando sus labios de la piel de Emma para mirarla directamente. En aquel instante, la pelirroja pudo captar el rubor que teñía las mejillas de su capitán, así como el rastro de saliva que se extendía por sus labios entreabiertos por el deseo. La imagen hizo que su corazón comenzara a latir desbocado en su pecho, mientras una oleada de calor se apoderaba de su cuerpo.

La intensidad del momento se volvió palpable, como una chispa que encendía una hoguera en lo más profundo de su ser. La mirada ardiente de Levi la atravesaba, desvelando un deseo igual de ardiente que el suyo propio. En aquel instante, no había lugar para las palabras, solo para el lenguaje silencioso de sus miradas y la pasión que fluía entre ellos como una corriente eléctrica.

Levi la observó con una mirada suave, sus ojos transmitían una mezcla de ternura y deseo. Con voz calmada y afectuosa, pronunció las palabras que resonaron en el aire cargadas de respeto y preocupación.

—Si quieres que nos detengamos, es el momento ahora, mocosa—, murmuró Levi, dejando que sus palabras flotaran en el aire como una invitación delicada, pero firme.

La petición de Levi era un recordatorio gentil de que el control y el consentimiento siempre estaban en manos de Emma. No había presión ni expectativas, solo el deseo de que ella se sintiera cómoda y segura en cada momento de su intimidad compartida.

Para Emma, esas palabras resonaron profundamente, alimentando su aprecio por el respeto y la consideración que Levi tenía hacia ella. Era un gesto de amor y cuidado que la llenaba de gratitud y ternura, fortaleciendo aún más el vínculo especial que compartían. Con una negación suave pero decidida, Emma sacudió la cabeza, su cabello flameante cayendo en cascada sobre sus hombros mientras sus labios se curvaban en una sonrisa temblorosa.

—No quiero que te detengas—, susurró con voz apenas audible, pero llena de determinación. Se acercó un poco más a Levi, buscando su mirada con ojos llenos de deseo y anhelo. —Me entrego a ti, Levi—, confesó, dejando que sus palabras fluyeran con la misma intensidad que su latido acelerado y su respiración entrecortada.