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1216 palabras

La Legión de Reconocimiento, una vez venerada como la última línea de defensa contra los Titanes, ahora se veía sumida en la oscuridad de la desconfianza después de la caída del muro María. Las miradas acusatorias de los ciudadanos, antes llenas de esperanza y admiración, ahora se clavaban en los miembros del escuadrón como afiladas dagas. Incluso otros escuadrones, antes aliados en la lucha contra los Titanes, compartían expresiones de desconfianza y reproche.

En el cuartel general, el aire estaba cargado de tensión y desánimo. Los murmullos de la ciudadanía se filtraban hasta allí, y las dudas resonaban en cada rincón. Los miembros de la Legión, acostumbrados a la carga de proteger a la humanidad, ahora se encontraban enfrentando la amarga realidad de ser señalados como responsables de la pérdida de una porción de su territorio.

Las reuniones en el cuartel general se volvieron silenciosas y sombrías. Las voces que antes resonaban con determinación y camaradería ahora se enfrentaban a un murmullo apagado. Los líderes de la Legión compartían miradas preocupadas, conscientes de que la confianza del público y de sus aliados se estaba desvaneciendo rápidamente.

Además Emma se enfrentaba a un tormento adicional: su periodo y los cólicos menstruales. Las jornadas interminables de entrenamiento y la carga emocional de la derrota del muro María ya habían agotado a todos los miembros de la Legión. Sin embargo, para Emma, cada movimiento se volvía una prueba, y la incomodidad constante amenazaba con socavar su resistencia.

Los cólicos menstruales, como un enemigo sigiloso, se manifestaban con intensidad, envolviendo a Emma en una marea de dolor y malestar. Cada paso, cada movimiento, se volvía una tarea desafiante. La concentración, esencial en un escuadrón en constante peligro, se veía amenazada por oleadas de dolor punzante. Mientras se dirigía hacia el cuarto de Emma, Levi se cruzó con Petra, La expresión de preocupación en el rostro de su capitán no pasó desapercibida para la joven, quien decidió abordar el tema

—Capitán, ¿estás buscando a Emma?— preguntó Petra con cautela, ajustando su chaqueta mientras observaba la expresión preocupada del líder.

—Así es—, respondió Levi, su voz usualmente firme revelando una rareza en su tono que rara vez se permitía mostrar.

Petra, consciente de la situación delicada que rodeaba a Emma, decidió compartir la información con un enfoque que reflejara su propia naturaleza reservada. Escogió sus palabras con cuidado, consciente de la reticencia de Levi a adentrarse en asuntos personales.

—Emma está atravesando ciertos problemas de salud. Necesita un tiempo para recuperarse. Está lidiando con asuntos femeninos, ya sabe —dijo la muchacha, manteniendo la información general y evitando entrar en detalles directos.

La mirada de Petra se encontró brevemente con la de Levi, quien, aunque no expresó verbalmente su agradecimiento, asintió con gesto de entendimiento. La discreción de Petra en la forma de comunicar la situación permitió que Levi comprendiera la gravedad del problema sin adentrarse en detalles innecesarios.

—Entiendo. Gracias por informarme—, habló el azabache, su tono volviendo a la habitual brusquedad mientras se preparaba para dirigirse al cuarto de Emma.

Petra asintió con un gesto de cabeza respetuoso, reconociendo la preocupación momentánea en los ojos de Levi antes de que volviera a ocultarla detrás de su máscara imperturbable. Ambos entendieron que, a pesar de las diferencias en sus formas de expresarse, la preocupación compartida por el bienestar de Emma era algo que trascendía las barreras personales.

***

La pelirroja se encontraba en su cuarto, acurrucada en su cama, mientras luchaba contra los efectos debilitantes de los cólicos menstruales. La palidez en su rostro y el dolor evidente en sus ojos revelaban la intensidad del malestar que experimentaba. Levi, por lo general imperturbable, se sintió impactado al presenciar la vulnerabilidad de Emma en medio de su sufrimiento. Su respiración entrecortada y las líneas de tensión en su rostro narraban una historia de tormento interno.

El mayor, a pesar de su usual actitud reservada, se acercó con la bolsa de agua caliente en una mano y algunos analgésicos en la otra. Su mirada, aunque firme, mostraba una inusual compasión, reconociendo la realidad del dolor que su subordinada estaba experimentando. La empatía en sus acciones buscaba aliviar, en la medida de lo posible, el sufrimiento de su compañera de armas.

—Toma esto mocosa. Puede ayudar a aliviar un poco el dolor— dijo Levi, extendiendo la bolsa de agua caliente hacia Emma.

La joven aceptó el gesto de Levi con gratitud, sintiendo el calor reconfortante de la bolsa sobre su abdomen. Los analgésicos, aunque no podían eliminar completamente el dolor, ofrecían un alivio temporal que Emma apreciaba en esos momentos difíciles.

La habitación, normalmente llena de tensiones y estrategias, se transformó en un refugio temporal donde Levi, con su gesto de cuidado, intentaba hacer frente a un enemigo invisible pero implacable: el dolor menstrual de Emma. Aunque las palabras eran escasas, la presencia de Levi hablaba más fuerte, transmitiendo un mensaje de apoyo y solidaridad en medio de la tormenta que Emma enfrentaba.

—¿Te sientes un poco mejor?— preguntó Levi, su tono más suave de lo habitual.

Emma asintió levemente, apreciando la atención y el cuidado de su capitán. Su expresión, aunque todavía marcada por el dolor, revelaba un destello de gratitud.

—Sí, gracias capitán. No esperaba este lado suyo—, admitió Emma con una sonrisa débil.

Levi, aunque no respondió con palabras, mostró una comprensión silenciosa. Se sentó a un lado de la cama, una posición que revelaba una proximidad inusual entre ellos. Emma, a pesar de su malestar, se sintió reconfortada por la presencia del hombre.

Mientras la conversación se desvanecía, un silencio cómodo se instaló en la habitación. Las miradas compartidas y las emociones no expresadas flotaban en el aire. Levi, típicamente imperturbable, permitió que una mano descansara suavemente sobre la de Emma, un gesto espontáneo que trascendía las barreras de la formalidad. 

—¿Necesitas algo más?— preguntó el azabache, dejando que sus dedos se deslizaran suavemente sobre la mano de Emma.

La caricia fue como una conexión silenciosa, un lenguaje que expresaba más allá de las palabras. Emma, sintiendo la calidez reconfortante de ese contacto, asintió agradecida. Las caricias continuaron, simples pero significativas, revelando un lazo que iba más allá de las responsabilidades militares.

—No estoy acostumbrado a esto—, admitió Levi, rompiendo su habitual reserva.

—Yo tampoco—, respondió Emma con una risa suave. —Pero es reconfortante.—

El tiempo pareció detenerse en ese pequeño rincón de la habitación. Levi y Emma compartían un momento único, donde las preocupaciones del mundo exterior se desvanecían y solo quedaba la conexión entre dos personas, enfrentando juntas las adversidades.

—Gracias, capitán—, susurró Emma, su voz cargada de gratitud y afecto.

—No hay necesidad de agradecer—, respondió Levi, sus ojos encontrando los de Emma en un entendimiento compartido.—Cuando estemos a solas, no me llames capitán. Solo Levi está bien.— 

La sorpresa se reflejó en los ojos de Emma. La solicitud de Levi no solo desafiaba la formalidad militar, sino que también revelaba un deseo de igualdad y conexión más allá de los roles asignados.

—¿Solo Levi?— preguntó Emma, una sonrisa suave jugando en sus labios.

—Sí. No necesitamos títulos aquí—, respondió, su mirada intensa revelando la sinceridad de su propuesta.

—Entendido— , respondió Emma, asintiendo con complicidad. —Solo Levi cuando estemos solos.—

El diálogo, aunque breve, resonaba con un entendimiento mutuo y una apertura emocional que iba más allá de las normas militares establecidas. Levi, en un gesto inusual, estaba dispuesto a permitir que la humanidad y la autenticidad florecieran, al menos en la privacidad de aquel momento compartido con Emma

MIDNIGHT RAIN. LEVI ACKERMANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora