15 | Rembrandt

4 2 0
                                    

Luka

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Luka

Draken roncaba sin descanso ninguno. Completamente dormido y con el cachorro en su panza, mordisqueando con el peluche. Me había quedado solo. Genial.

Me acurruque en la almohada, pensativo. No podía evitar repasar la conversación con Erik de anoche. Pasó por demasiadas cosas y aún así buscaba motivos para sonreír.

Definitivamente cada persona es un mundo diferente.

Tengo que pedir ayuda a mi padre. Ver si hay posibilidades de ayudarle y definitivamente tengo que empezar a buscar trabajo por si se anima a despedirme, también debo de acabar de hablar con Draken. Hay demasiadas cosas pendientes aún y no tengo ganas de hacer absolutamente nada.

Quiero contarle tantas cosas a Draken que no sé cómo comenzar. Tenemos claro que la cagamos y que nos falta la de comunicación, también sabemos que nos gustamos pero ¿hasta qué punto? No sé cómo funcionan las relaciones románticas y temo salir herido. Tampoco sé muy bien que estoy haciendo. Es raro retomar contacto con él cuando prácticamente me pasé los últimos años odiándole y guardándole rencor. Pero, nada más verlo, todo esos sentimientos se fueron, es como si se hubiera suavizado tanto el golpe que ya ni duele. También es verdad que éramos jóvenes y cabezones.

Suspiré, tratando de entender qué está pasando. Lo único que sentí es vacío, probablemente esté ausente.

Giré la cabeza, mirándole por un rato. Se veía tan tranquilo, lleno de paz. Mis ojos se desviaron en su antebrazo. ¿Cuándo fue la última vez que se sintió así?

Había una nota de Erik, se había tenido que ir esta mañana, con razón estaba demasiada silenciosa la casa. Encontré pan y una tostadora así que me hice unas tostadas, miré en la nevera, que casi no había nada, por suerte había mantequilla. Me pegué un brote cuando salieron ambos trozos de panes, las unte con la mantequilla y a comer, que mi estómago no para de rugir.

El cachorro estaba sentado a mi lado, esperando algo de comida aún teniendo su cuenca con comida.

Hoy era domingo así no tenía que preocuparme por ir al trabajo, tenía la espalda sudada debido al calor que hizo anoche, uhg, tengo que ducharme.

Varios lloriqueo escuche, era Mushu. No puedo darle comida.

Me sentía demasiado nervioso y no sabía el motivo exacto.
Tengo que irme.

Le escribí una nota y se lo pegué en la frente, probablemente cuando se despierte, se preguntará dónde narices me he metido. Salgo por la puerta y cierro con cuidado, en vez de irme a casa. Bajo las escaleras y me voy.

Cojo el coche y salgo de Murcia, en dirección a la playa de la última vez. No podía estar más en esa ciudad y mucho menos con...bueno, con él. Todo resultaba tan raro que no entendía nada.

Una videollamada entrante sonó en mi teléfono y lo descolgué.

—¿Si?

—¡Tío Duka!

Sueños blancosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora