25 | Cornfield Chase

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Draken

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Draken

—¡Vamos, Mushu!

Continuamos corriendo, la lluvia bajaba de manera intensa y Mushu corría lo más rápido que podía. Ambos estábamos jadeando a más no poder y empapados como si nos hubiesen dado una buena ducha.

Me gustas, Draken.

Aquel pensamiento regresó e hizo que mi corazón latiera más rápido de lo que ya estaba.

¿Qué se supone que debía de hacer?

Íbamos a ver un atardecer en el Santuario de Algezares, según lo que recordaba de cuando era pequeño y mi padre nos llevaba junto a mis hermanos a ver unos atardeceres preciosos pero la cosa acabó en que esa lluvia que parecía llover con ganas.

Vimos unos arcos juntos formando una pequeña bóveda, llamé a mi cachorro y corrimos para refugiarnos aunque sea un poco. Comenzó a hacer mucho viento haciendo que las gotas de agua se movieran a lo loco.

—¿Tú crees que ha sido mala idea ir hoy, Mushu?—él solamente ladeó la cabeza, con una cara muy adorable.

Jadeé cansado, apoyé mi espalda contra la pared y bajé poco a poco hasta que mi trasero tocó el suelo, el cachorro se metió entre mis piernas en busca de calor, abrí un poco la sudadera para se metiera adentro cosa que hizo.

Apoyé mi cabeza en la pared mientras acariciaba a su cachorro. Lo malo de que el arco no fuese extenso es que apenas nos protegían del agua. Escuchaba atentamente el sonido de la lluvia y solo pude sonreír. Me sentía bien, en paz y quizá como un niño pequeño otra vez. Estaba a salvo.

Un trueno se retumbó en el cielo y ambos nos encogimos, Mushu lloriqueo aterrado y yo rezaba a toda costa. No quería morirme por culpa de la lluvia.

—Tranquilo, cachorro. Papá está aquí—lo acurruque en mis brazos, besando su delicada cabecita.

Continuamos así hasta que la lluvia pareció ceder e ir disminuyendo poco a poco.

Miré al cielo y el sol estaba saliendo entre las nubes quienes lo taparon.

—Ven, Mushu. Vamos.

Me levanté y dejé al cachorro en el suelo, quien empezó a corretear en dirección a una fila de un muro pequeño. Ladró al ver que era muy alto. Me acerqué y lo agarré por los costados con cuidado, intenté sentarme sin resbalar debido a que está muy mojado.

Hice una mueca al sentir mis pantalones húmedos. Me acabé levantando y arrodillándome, Mushu se subió por el hombro y decidí hacer un selfie. Quería inmortalizar este momento.

En la imagen salíamos yo mirando a mi cachorro y este miraba hacia la cámara con la lengua afuera, las nubes estaban aún despejándose y el sol saliendo entre ellas, también salía un arcoíris precioso.

Sueños blancosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora