Policías y Brujas: pt1

15 1 2
                                    


Después de algunas horas de viaje Catalina y Robin se encontraban en Alarcón, ya había caído la noche y se podía apreciar en el cielo una hermosa luna llena, los hermanos decidieron ir caminando hasta la morada del brujo, donde al entrar se toparían con Milo quien con alegría y desesperación comenzó a saltar encima de su dueño, rápidamente el chico abrazó a su mascota y dejó que esta le lamiera el rostro como saludo, de tanta felicidad al cachorro le pasó desapercibida la presencia de una extraña pero al darse cuenta, se acercó con algo de cautela comenzando a olfatearla, con dulzura la joven hizo unos leves mimos en la cabeza del canino, haciendo que este volviera a actuar con normalidad.

Después tan grato recibimiento, Robin invitó a la menor a pasar a la sala, donde colgaba el cuadro de la familia, a lo que la chica se mantuvo analizando el lugar antes de hablar.

-Así que tú fuiste quien se quedó con el cuadro.

-Sí, lo traje después de que abandonamos la mansión.

-No me jodas ¿Todavía tienes el cenicero que te regalé? Han pasado décadas ya.

-Claro que lo tengo ¿Piensas que iba a tirarlo?

La vampiresa sonrió para luego levantar aquel objeto de cristal que le había dado a su hermano en su cumpleaños, después de recordar aquel momento volvió a apoyarlo sobre la mesita y se tiró en un sofá alargado que se encontraba apoyado contra la pared. Hacía algo de frío por lo que el brujo colocó algo de leña en la chimenea para así encenderla con su magia.

-Bueno ¿Y dónde está el famoso Leonel? ¿Es tu novio?

-¿Qué dices? Claro que no, somos amigos. Y supongo que estará en su casa, voy a llamarle.

Rápidamente tomó su celular mientras pensaba una y otra vez en la absurda pregunta de su hermana, a él ni siquiera le gustaba aquel rubio, claro que era muy atractivo, simpático y tenía ojos de ensueño pero en su larga experiencia, eso solo traía problemas a la larga, una vez encontró el contacto del jardinero lo llamó, después de sonar un par de veces, su amigo contestó.

-¿Robin? ¿Está todo bien? Nunca me llamas tan tarde.

-Lamento molestar, tal vez estabas durmiendo pero quería avisarte que ya estoy en casa.

-No es ninguna molestia bobo, estoy con mi primo que me está platicando de la desaparición de una chica. ¿Quieres venir? Seguro te interesa oírlo.

-Estoy con mi hermana menor pero si no te importa podemos ir los dos. ¿Desapareció aquí? Que extraño, no suelen ser comunes esas cosas.

-Claro, vengan los dos y trae a Milo para que pase algo de tiempo con Rocco.

-Perfecto, nos vemos en unos minutos.

Al terminar con la llamada, Cata quien había oído todo se puso de pie con una agilidad que Robin jamás había visto antes, por lo que la miro arqueando una ceja antes de negar y reír levemente, sabía que su hermanita estaba desesperada por conocer a Leo, siempre adoró conocer a los intereses amorosos del resto pero cuando ella tenía alguno, lo escondía como criminal. Cuando ambos ya estaban listos y Milo tenía puesta su correa, salieron de la casa en dirección a la del rubio, quien vivía a un par de cuadras de distancia.

Una vez llegaron a la puerta, el brujo golpeó con suavidad un par de veces, dejando ver en pocos segundos, la figura algo desalineadada de Leonel, vestía unos shorts grises que parecían ser parte de su pijama, una remera blanca y en sus pies solo llevaba unas medias del mismo color que su prenda superior, aunque nada de eso le quitaba su atractivo, el castaño se mantuvo en silencio mientras lo observaba, a lo que la chica le dio un leve codaso disimulado y extendió su mano para presentarse.

Los 7 de BlackwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora