-... y así termina mi disertación sobre la teoría del aprendizaje de Piaget.
Cuando la doctora Blackwood terminó su discurso, todos en la sala se encontraban atónitos por las fallas que aquella tan joven prodigio había encontrado en la teoría de Piaget, pocos entendían como una chica de veinte años podía tener un razonamiento tan avanzado, ya con su diploma en psicología, postgrado en psicoanálisis y recientemente recibida de psiquiatra, Catalina era la sensación del momento si se trataba del área de la salud mental, tras agradecer por haberla recibido tan agradablemente, se alejó de su podio y comenzó a caminar en dirección a la salida, muchos de sus colegas se acercaban a saludarla y felicitarla por tamaña charla, agradecía con su típica sonrisa y seguía su camino, estaba bastante agotada por lo que no veía el momento de llegar a su casa a comer algo, o mejor dicho beber algo.
Llegó a su apartamento en un taxi puesto a que no tenía ningún vehículo, aunque supiera conducir no era algo que le gustara mucho, una vez ingresó al edificio, tomó el ascensor hasta el piso nueve, caminó hasta su puerta, la cual tenía el número dos, utilizó su llave para ingresar y tras cerrar, dejó sus cosas sobre el sofá para correr a la heladera, al abrirla se veían latas de energizante y unas cuantas bolsitas con un liquido rojo, el cual efectivamente era sangre, tras tomar una leyó lo que tenía escrito ¨sangre de conejo¨, debía de ser una de los muy pocos vampiros que no consumían sangre humana, llevó aquel saquito hasta su boca donde clavó sus colmillos mientras sus iris se volvían de un color rojo intenso, pocos segundos después el embace se encontraba vacío, arrojó el plástico a la basura y tomó una lata de energizante, fue a su recamara y sacó de su mesita de noche un blíster de clonazepam, extrajo dos de los comprimidos y se los mandó a la boca, bajándolos con un largo sorbo de su bebida.
-Ahora a dormir
Se colocó su pijama de hello kitty y su cubre ojos que tenía estampado el rostro de éste personaje caricaturesco para finalmente meterse entre las sábanas, rápidamente las pastillas la indujeron en un estado de sueño profundo, al principio todo era paz y tranquilidad hasta que los terrores nocturnos comenzaron a acechar la mente perturbada de la menor de los hermanos Blackwood, recuerdos de las atrocidades cometidas por sus familiares le venían a la mente cada vez que cerraba los ojos, los cuerpos sin vida, apilados como si fueran fardos de heno aparecían a su alrededor todo el tiempo, los siglos junto a los demás le habían producido un muy severo trauma, aunque éste siempre estuvo controlado debido a la presencia de los mayores, quienes le ofrecían consuelo del mas sincero ahora debido a su ausencia, atacaban todas las noches, produciendo un severo daño en la psiquis de la joven vampira. Debido a la fuerte medicación se encontraba sumida en un transe del que no podía verse libre, las pesadillas continuaban y el incidente de Londres se hizo presente, la imagen de Raphaelus, quien había cambiado su nombre y por lo que sabía actualmente se hacía llamar Robin, degollando a aquellos siete niños hizo que el horror de Catalina subiera hasta las nubes y despertara de un salto.
Con la respiración agitada comenzó a llorar a mares, parecía que estaba dejando su alma en aquel llanto, que entre gritos desgarradores la llevaron a abrir su mesita de noche en busca de más pastillas, quería volver a dormir, no quería afrontar aquellas imágenes como algo real, mientras sacaba todos los comprimidos restantes del blíster, una llamada interrumpió su crisis, no pensaba contestar hasta que notó quien la estaba llamando, en la pantalla de su celular estaba escrito el nombre de una persona a la que jamás podría colgarle, Leonor. Con desesperación se abalanzó sobre el móvil para así levantarlo y responder con la voz cortada.
-¿L-Leonor? ¿Qué pasa? Nunca llamas... y menos a esta hora
-Catalina ¿Terrores nocturnos? Creí que ya los habrías superado, bueno, vamos al tema de vida o muerte y luego hablaremos de tu sensibilidad, tendrás que ir a encontrarte con Amelia y Noah en Las Vegas, parece que Gabrielle volvió y sospecho que te haría bien ver a la familia, sabes que cuando estamos cerca las pesadillas se mantienen a ralla.
-¿Gabrielle? ¿Pero Raphaelus no la había incinerado viva?
-Parece que la perra volvió, yo iré a buscar a ese brujo escurridizo, después de todas las cosas que hizo no va a decidir ahora querer ser una buena persona, hablamos mañana, ya te saqué el pasaje de avión, te amo.
-También te amo, hablamos luego.
Una vez la llamada terminó, Catalina se encontraba atónita, no sabía que pensar sobre esa situación, volver a ver a sus hermanos le hacía mucha ilusión aunque también le asustaba un poco, se levantó y comenzó a preparar su maleta, mientras hacía sus arreglos, llegó un mensaje de la mayor con el boleto de avión, tendría que dejar París por un tiempo y no tenía ni idea de por cuanto, el vuelo salía dentro de unas horas por lo que tuvo tiempo para escribir a sus pacientes que tendría que tratarlos de manera virtual por eventos de fuerza mayor. Una vez tenía todas sus cosas listas, salió de su apartamento y luego del edificio, cuando se encontraba fuera y estaba por pedir un taxi, un joven estacionado en un coche negro con los vidrios oscuros, le habló fuerte para llamar su atención.
-¿Señorita Blackwood? Su hermana me envió a recogerla para que la acompañe en el viaje, dijo que usted no es muy buena para darse cuenta del peligro que la rodea y quiere que llegue a salvo. Soy Vlad Yoleva, jefe de seguridad de la señora Leonor.
Catalina era conocida por ser una chica de no muchas palabras con quienes no conocía, por lo que asintió y subió al vehículo, junto a aquel chico se dirigió al aeropuerto, una vez bajó del coche su rostro delicado y siempre bien cuidado produjo que algunas personas voltearan a verla. Era una chica de cabello negro y corto, pasaba levemente sus hombros, llevaba un delineado que hacía parecer que podría matar a un hombre o mujer solo con la mirada, era de estatura baja y tenía una figura voluptuosa, vestía una chaqueta de estilo cortaviento negra con detalles en blanco, una remera blanca, un cargo del mismo material y color que la chaqueta ya que eran parte de un conjunto, y en los pies unas airforce one full white, en accesorios como siempre llevaba un par de anillos de plata, destacando el anillo familiar, el cual había sido hechizado por su hermano para poder caminar bajo el sol sin quemarse, unas cadenas plata decorando su parte superior y unos aretes del mismo material pero con piedras preciosas incrustadas.
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Los 7 de Blackwood
VampirosUna familia de seres sobrenaturales vuelve a reencontrarse después de décadas sin tener contacto los unos con los otros, cuando un mal mayor se aproxima los hermanos Blackwood se ven obligados a dejar sus diferencias de lado para poder sobrevivir. E...