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Un día y medio después (día antes del cumpleaños de Yuuri).

Miko Shibuya ha visto a su hijo decaído los últimos días, tampoco ha visto que su adorado yerno venga a casa de visita (también desde los últimos días); quizás sea por las carreras diferentes que ambos jóvenes estudian. Sí, eso es lo que quiso pensar desde que lo vio entrar todo achicopalado mientras subía las escaleras con desgano.

Ante esa acción ella solo pudo en: se pelearon. Y eso es más obvio si lo piensa, intento averiguar los detalles de su propio hijo; pero este solo dijo que le canceló la cita y que no lo vería en los próximos tres días.

— Ah~... Yuu-chan, ¿Sabes? Dicen que la fecha para casarte es en Julio, ¿No lo creés?

Shibuya se tensó en la cama.

¿Por qué las bodas de nuevo?

Suspiró ahogadamente sobre la almohada, tapando su cara con la tela blanca y acolchada que impedía que viera a su madre.

No quiere ver su cara porque sabe exactamente lo que haciendo expresando en ella: propone matrimonio a Wolf-chan, y realmente no quiere decir que lo intentó... ¡Y que por cosas del destino la jodida joyería estaba cerrada los dos días después! ¡ES MUY FRUSTRANTE JODER!

¿Qué estará haciendo Wolf ahora?

— ¿Escuchas a mamá? — ella quitó la almohada de un tirón.

La cara de Yuuri cayó directo al colchón.

— Lo hago, mamá. — arrastró las letras cansado.

¿Por qué no salen bien las cosas que se trae en mente?

... Ahora ni siquiera sabe dónde está Wolfram.

Wolfram había estado desaparecido el resto del día, hasta su cumpleaños.

— ¿No te ha escrito?

Murata le pasó una bebida a su amigo, quién negaba a la vez que agarraba el vaso con ponche de frutas.

Sus ojos se veían cansados, ya que es domingo y no tienen clases; se desveló viendo una serie de miedo y por esa razón ahora parece un mapache drogadicto.

— No, tampoco tengo ánimo para escribirle... Quizás no quiere verme, no siquiera me envió un feliz cumpleaños. Pudo haber enviado aunque sea eso. ¿Sabes? No es tan difícil, solo dos palabras "Feliz cumpleaños, Yuuri".

— Entonces serían tres, no dos.

Shibuya puso los ojos en blanco, no está de humor para las bromas de su mejor amigo.

... Y justo ahora anda con una espinita que le choca todo, incluso ver cómo su nuevo vecino Leorio sale y ayuda a su esposo rubio a entrar las cosas de la tienda. Y todo pasaba delante de sus ojos, como si el mundo estuviera burlándose de él: Mira, incluso ellos son más unidos que tú y el niño rubio.

¿Puede enseñarle el dedo medio al mundo, sin que su hermano mayor (quién está delante de él) se ofenda?

— ¿Qué importa una palabra de más o una menos?

Murata alzó las manos, rendido.

— Solo decía, no te enojes.

Y eso que apenas eran las ocho y media de la mañana.

... ¿Qué les espera dentro de un par de horas?

Murata no cree aguantar todo el día con ese humor que se carga su amigo de la infancia.

Mi Esposo Según El Sistema [Yuuram]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora