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La primera vez que conoció a Saralegui, fue cuando tenía aproximadamente cinco años. Fue un pésimo primer encuentro, tampoco es su recuerdo favorito y nunca lo será. Todavía recuerda cuando su amigo murata lo trajo a su casa un día de otoño, ese día era el festival de otoño que celebraban en la colonia la primera semana de esta temporada opaca pero linda.

Era un gran día, pero fue un asco por culpa de él.

Recuerda que esa tarde, ellos habían ido al festival bajo la supervisión de su hermano mayor; Shori, que se había pedido entre la multitud y no lo culpa por eso. Su hermano mayor tenía apenas diez años, así que era obvio que alguno de los cuatro terminaría perdido entre la gente. Pero ese no fue el caso de los tres niños, ellos iban juntos agarrados de las manos.

Siento náuseas al recordar lo feliz que me sentía.

Cuando llegaron al kiosco que está al final del barrio, Saralegui soltó la mano de Yuuri y corrió hacia la carretera; sin siquiera fijarse si venía un auto o no.
¡Era un suicidio! Recuerda como murata le sujetaba la mano, gritando que no fuera hacia él porque él también podría salir lastimado.

Un auto venía del lado contrario, y por su sentido de justicia fuerte corrió hacia él.

Suerte que no me atropellaron, sino no estaría aquí.

Empujó a Saralegui fuera de la carretera, y el rubio cayó de bruces al suelo. Raspando las palmas de sus manos, por suerte el automóvil no les hizo nada a los dos y el único daño es el de sus rodillas, junto a las manos del otro que no paraba de llorar.

Las heridas que se había hecho no son la gran cosa, pero el chico rubio se devanaba en el suelo como si lo hubieran apuñalado. En ese entonces, Yuuri se veía más preocupado, temía que el chico se hubiera lastimado enserio.

Quizás hubiera sido mejor que se lastimara más que la mano.

La madre de Sara se había enfadado con él más que con Murata, y si su amigo hubiera sido inculpado por el rubio; ahí sí se hubiera enfadados de sobremanera y Sara no hubiera salido ileso.

Quizás con marca de dientes en ambos brazos.

Y después de eso, su madre lo regaño algo apenada.

Ella no es de las que regañan o castigan a sus bebés, ella simplemente los sermonea pero de ahí no pasa.

— Eso no suena tan terrible.

Wolfram estaba más tranquilo luego de escuchar el relato del pelinegro. Yuuri por su parte, ahora es él el que está echando humo por las orejas debido a la molestia recién despertada.

Miró a Wolfram indignado.

Bufó. — Claro, si tan solo no hubiera ido a mi rincón y se hubiera reído en mi cara diciendo: "Eso no fue lo que esperé, pero te castigaron y eso para mí ya es algo y tomando en consideración tú cara de enojo... Eso ya es ganancia para mí." Lo hubiera dejado pasar como una broma de "niños".

Wolfram se mordió la lengua después de haber dicho eso.

Se rascó la mejilla con un rubor tenue en ellas.

— Umm, si suena mal si lo dices de esa forma.

Yuuri puso los ojos en blanco.

— ¿Y tú cómo lo conoces?

Wolfram se tensó en su lugar, evadiendo la mirada del mayor que ahora lo está escudriñando.

— Me mintió para que me vistiera de niña en una dinámica en mi colegio, fui la burla durante una temporada larga.

Mi Esposo Según El Sistema [Yuuram]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora