2

309 30 2
                                    


Siento que voy a vomitar, no, quiero vomitar... Quiero irme.

Eran alrededor de las doce del medio día y él estaba con sus padres en el centro público que el sistema les indico para esperar a la pareja de su segundo hijo, el involucrado no se ve para nada emocionado.

— Vamos, Yuu-chan, el chico es lindo, no pongas esa cara.

Sus ojos perezosos se posaron en su castaña madre.

Ella mostraba una sonrisa reluciente y casi irreal, el propio Shibuya se preguntaba cómo es que ella no se cansaba de sonreír. Es más, ¿No se le acalambra la boca cuando sonríe todo el día? Es una de las dudas que sabe que no tendrán respuesta, sus ojos vieron a su padre, el mismo hombre que está tan nervioso es el que lo forzó a dejar la cama a la fuerza hace un par de horas.

Resopló, alzando la cabeza.

— No me emociona la idea de casarme con un hombre, madre.

Golpeó la mesa de nuevo con su frente, aguantando el leve ardor que sentía en esa área. Cerró los ojos con fuerza, conteniendo la respiración y dejando de pensar en lo que está a punto de hacer, pensando en la linda chica que le pidió prestado el borrador el día jueves.

Recibió un zape en la parte posterior de su cabeza.

— Es mamá, Yuu-chan. — su tono dulce lo puso más nervioso — No es raro que hoy en día dos hombres se casen, se han realizado investigaciones para esos raros casos en los que dos hombres se casan.

Disculpa si contengo mi emoción, pero no me interesa.

Su padre se puso de pie al instante en que madre e hijo guardaron silencio, pocos segundos pasaron y la puerta se abrió, dejando ver a una hermosa mujer de cabellos rubios tan brillante como el sol, en unos perfectos rizos que la hacen ver más despampanante de lo que es.

Shibuya se puso de pie, al igual que su madre.
Él estaba rígido, solo vio entrar a la mujer que tenía una sonrisa encantadora en el rostro. Ella es en todo sentido preciosa, verla a ella es como ver a su ideal de esposa.

Estaba admirando a la mujer tanto, que ni siquiera se dió cuenta que faltaba la persona a la que había venido a conocer. Estaba tan ensimismado con ella, que terminó asustado cuando se escuchaban gritos en el pasillo.

¡Tío no, no quiero ir!

Una voz linda, suave y perfecta gritaba como un loco en el pasillo. Shibuya alzó una ceja cuando dos cosas se movían en el pasillo, uno intentando zafarse de su agarre sin éxito.

Qué escandaloso.

A su mente vino la imagen de un chico rubio de ojos esmeralda, casi como si viera lo profundo de un lago y cara preciosa. ¡Parecía un ángel!

— ¡Por Dios, Wolfram! Solo tienes que decir hola.

Shibuya hizo una mueca, pensando en quién es el desafortunado que va a conocer al chico rebelde.

Pronto algo hace clic en lo más profundo de su cerebro.

¿Wolfram? ¿El que será mi esposo? Vaya que no quiere conocerme.

Hizo una mueca de disgusto.

— ¿Estas nervioso, Yuu-chan? — su madre le susurró al oído.

Yuuri miró a su madre, al parecer ella si se veía algo nerviosa por el escándalo que hay afuera. Sabe que ella no es de las que les guste mucho el pleito, aún si es un alma alegre y libre; no es como que si tenga algo de experiencia con problemas.

Mi Esposo Según El Sistema [Yuuram]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora