Era un día de principios de verano.
La luz del sol brillaba durante toda la mañana y el jardín, que había sembrado fuera de la cabaña, se llenó de aromas frescos, colores y estallaron en floración con ramas verdes que quedaron empapadas por la ligera lluvia que cayó durante la noche. Los pájaros habían construido sus nidos, tuvieron a sus crías en los altos y frondosos árboles del jardín, y las abejas volaron de aquí para allá, ocupadas en recoger polen y miel en preparación para el invierno que regresaría en un futuro cercano.
Y una tela a rayas de color celeste claro comenzó a ondear torpemente en medio de un jardín lleno de vida.
"¡Mami! ¡Aquí!"
Mamá le había puesto cera de abeja a las esquinas del tapete para mantenerla bien unida al pasto en caso de que hiciera mucho viento. Por supuesto, lo mas importante de esta tarea era que los niños tenían que acomodarla en el lugar que fuera más que perfecto, por lo que estaban muy emocionados de tener esa responsabilidad.
"¿Qué tal, mami?"
"Encontraron un buen lugar, niños. Ni yo lo hubiera hecho así de bien".
Arok caminó lentamente en su dirección mientras cargaba a Blaine, tomaba a Seth de la manita y le sonreía a Rafiel y Jester al mismo tiempo.
"Siéntate aquí, mami. Aquí, aquí".
Arok se sentó en la esquina que Rafiel le señaló. Rafiel se sentó en el lado derecho, Jester en el izquierdo y dejaron el centro completamente vacío para poner la comida. Blaine se acomodó en el regazo de mamá y Seth se recargó casi encima suyo.
"¿Pero qué pasa con papá? Todavía no llega..." Rafiel miró a su alrededor. "No está perdido, ¿Verdad?"
"Eso no es posible, amor. Papá conoce la casa mejor que nadie".
Arok sonrió ante su tono tan preocupado y le acarició la espaldita como para confortarlo y hacer que no tuviera miedo. Desde el día que lloró por papá, Rafiel había estado siguiendo especialmente a Klopp por aquí y por allá como para confirmar que no se muriera de repente. No podía ocultar la ansiedad y se ponía muy nervioso si no lo tenía en su campo de visión todo el tiempo. Hubo momentos en los que tenía que salir porque necesitaba organizar su vida personal y sus bienes para la mudanza así que, cuando regresaba a casa más tarde de la hora prevista, descubría que el niño se había quedado todo el tiempo en la ventana del segundo piso, mirando hacia la distancia para asegurarse que si volviera como lo prometió. Además, cuando el carruaje llegaba, corría hacia la puerta principal antes que nadie y le preguntaba si estaba bien o si se sentía cansado o enfermo.
Los hermanos menores aún no habían notado el cambio en el hijo mayor, pero el segundo, que siempre seguía a Rafiel como su sombra, pronto comenzó a preocuparse lo necesario como para adoptar algunas rutinas que giraban alrededor de Klopp también. No sabía la razón, pero definitivamente era consciente de que todo se había vuelto extraño últimamente.
"Mi hermano ama mucho a papá. Se volvió un bebé".
"No es por eso, idiota".
Ray se enojó por las burlas de Jester.
"¡El bebé de papá!"
"¡No me molestes o voy a darte un golpe en la cabezota!"
"Bebé de papá, bebé de papá."
Como todos los niños chiquitos, era un momento en el que alzaban las voces, discutían entre ellos sobre cuestiones triviales y se comenzaban a pelear sin que llegara a ser especialmente agresivo.