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—¿En qué estás pensando? —interrogó el joven tomando una silla que estaba contra la pared y sentándose en ella junto a la cama donde el Garuda mantenía la mirada fija en el techo, pensativo.

—En nada —respondió.

El rubio no parece conforme con esa respuesta tan seca pero decide dejar de preguntar.

—Estuve analizando tus muestras y no hay duda de que eres un guerrero Garuda —adaptaron ese nombre después de la terrible masacre en Liyue varios años atrás, en esa guerra despiadada donde solo hubo muertes y desesperación donde quiera que vayas.

Xiao enmudeció, no tenía nada qué objetar sobre el tema.

—Parece que eres el único sobreviviente de tu especie —siguió hablando subiendo la mirada de su tableta para verlo. ¿Acaso este chico no sabía cuándo quedarse callado?—. Debió haber sido duro.

Xiao no desató palabra.

—¿Por qué eres tan irritante? —habló al fin sin cruzar miradas con el menor.

—¿Disculpa? —levantó una ceja, ardido— ¿Y tú por qué eres tan antipático? —¿Antipático? Esa respuesta le dio risa a Xiao.

Aether frunció sus labios en un mohín y agachó su cabeza a la tableta.

Xiao lo miró, analizando cada detalle de su rostro tallado por los mismos angeles y observando sus finos y delgados dedos deslizarse por esa pantalla. Pensaba en cómo podría acercarse más a él, en cómo ganarse su confianza y su adoración. Rezaba para que no fuera difícil hacerlo.

Por lo que tiene entendido hasta ahora, el rubio es un chico amable; compasivo; gentil; y inocente. Aprovecharse de su inocencia es totalmente imprescindible si quiere escapar de ahí.

—Debemos seguir con los estudios —habló, sacando a Xiao de sus pensamientos.

El azabache suspiró y sin opción, se irguió sobre la cama quedando frente a él.

Xiao tragó grueso, antes de preguntar:

—¿Te parezco humano? —una parte de él quería ser uno, un humano diferente a los que lo maltrataron. Quería ser alguien a quien no veas como un monstruo cada vez que te lo cruzas; quería ser normal.

Un deseo inútil para alguien que ha arrebatado innumerables vidas.

El rubio parece desconcertado. La primera vez que escucha un tono tan afligido de parte del chico.

—Creo que tienes ciertas similitudes que te vuelven uno —el Garuda arqueó una ceja, sin comprender—. El hecho de que te hayan tratado como a una bestia te hace pensar que eres una.

Una respuesta sencilla y directa, pero que tenía toda la razón.

—Debemos continuar con los estudios —recuerda el científico—. Quítate la camisa y acuéstate —ordenó poniéndose de pie.

Sin quejas, Xiao lo hizo, y mientras tanto, Aether sacó unos nuevos guantes de látex del empaque para ponérselos.

El Garuda observó cada movimiento que hacía el chico, tensando su cuerpo cuando sintió el frío tacto de la goma de los guantes presionarse en su pecho, abdomen y brazos. No comprendía en qué le ayudaba esto a su investigación.

—¿Tienes que tocar así? —gruñó enfadado. Odia que lo toquen.

—Por supuesto —respondió con una sonrisa tranquila, tocando otras zonas pectorales y presionando con delicadeza. No dejaba de sorprenderle lo áspera que era su piel y lo firme de su torso. Sus manos terminaron en sus hombros, donde se dio cuenta que se tensionó aún más.

𝙴𝚇𝙿𝙴𝚁𝙸𝙼𝙴𝙽𝚃𝙾 #𝟺𝟶𝟶𝟷 || 𝒳𝒾𝒶𝑜𝒜𝑒𝓉𝒽𝑒𝓇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora