—Xiao.
—Mmh —respondió con un quejido adormilado.
—¿Estás despierto?
El hibrido despegó su rostro de su pecho para verlo con una expresión cansada y adormilada, con el ceño ligeramente fruncido y enojado con el rubio por haber perturbado su sueño.
—Ahora sí.
—Lo siento —evitó mirarlo por pena—, es solo que no podía dormir.
El chico se le quedó mirando y al instante de ver su rostro apenado ligeramente rojo, se le olvidó por qué estaba enojado.
—¿Qué te preocupa? —lo observó y fue fácil descifrar su estado de ánimo al ver su rostro.
—Es solo que... —hizo una pausa para morder su belfo inferior con ansiedad, sin coraje para largar lo que lo tiene atormentado desde que vinieron del bosque—. Tú lo sabías, ¿Verdad? —Xiao lo miró confundido—, que él era uno de ellos.
Xiao comprendió y suavemente asintió con la cabeza.
—Trataste de advertirme —sus ojos se aguaron—, y yo no te hice caso.
Xiao se quedó mirándolo, observando con cuidado la mueca que hacía para intentar retener las lágrimas. Al verlo, le dio una sensación de pena y angustia, una opresión en el pecho; no le gusta verlo llorar.
Subió su mano a la mejilla húmeda del rubio, donde tenía aquel corte que se hizo con una pequeña rama cuando corrió desesperado por todo el bosque para poder encontrarlo.
—No llores —acarició tiernamente su mejilla quitando con la yema de su pulgar una de esas gotas saladas cayendo por su pómulo—, no es tu culpa.
Aunque fueran palabras sencillas, el rubio sintió una gran calidez en ellas. Xiao era horrible si se trata de dar consuelo a alguien, y eso Aether lo sabe mejor que nadie, pero no le importa, pues sabe que Xiao está haciendo su mejor esfuerzo.
Los labios de Aether se curvaron en una sonrisa y su mano se alzó a la de Xiao, que aún seguía acariciando su mejilla, para acariciarla también.
—Eres pésimo dando consuelo —soltó una ligera risa que avergonzó al hibrido haciéndole quitar su mano de su agarre rápidamente. Eso hizo reír con ternura al científico.
—No te rías —frunció el ceño y apartó la mirada.
—Está bien, no me río —hizo un esfuerzo para contener la risa. No siempre tenía la oportunidad de apreciar la imagen de Xiao avergonzado y le es difícil contenerse.
Cuando dejó de reír, Xiao pudo mirarlo nuevamente. En casi toda la noche Aether no pudo pegar el ojo por pensar en Scaramouche, en su traición y egoísmo, manteniéndolo decaído, y como si nada, Xiao le saca una sonrisa, haciéndolo olvidar el asunto que lo atormentó durante toda la noche.
Aether subió su mano al rostro pálido del híbrido y corrió el cabello cerceta cayendo por su frente.
—¿Cómo te encuentras? —preguntó en un tono suave.
—Bien —Aether extendió su palma por toda su frente midiendo su temperatura. Esbozó una sonrisa cuando esta volvió a su estado normal.
—Tu fiebre mejoró —lo miró y la sonrisa se borró al ver su cara. Decía estar bien, pero su cara decía algo diferente—. ¿Seguro que estás bien?
El pelinegro no dijo nada y mantuvo la mirada baja, mordiendo la piel de su labio inferior. Sus ojos se pusieron acuosos y no hizo más que recargar su frente en el pecho contrario para que no lo vea llorar.