Midnight rain [Kookv]

8

Guíe mi mirada por la ventana de la camioneta mientras una melodía sonaba en el radio.

Me sentía terriblemente ansioso, por la servidumbre me enteré entre sus cotilleos que él había vuelto y estaba rondando por el pueblo con sus amigos de la ciudad como todo un doncel refinado.

Él había vuelto.

Taehyung estaba en Santa Helena.

Todo sonaba tan irreal que me sentía extraño, justamente hoy que regrese después del fin de temporada el también está aquí. Por fin comprendía porque Yoongi se veía tan ansioso por volver antes a Santa Helena.

Mis padres me habían ocultado el hecho que Taehyung había vuelto toda la mañana, aún al pasar los años ambos parecían seguir guardando tanto amor para aquel doncel.

Mi papá doncel solía admirar y fascinarse con toda la carrera de Taehyung, aunque la mayoría de veces lo hacía a escondidas de mi. Cuando le pregunté si él sabía acerca del regreso de Taehgung asintió y me dio un abrazo diciendo que no fuera tan duro con Taehyung.

Me hizo sentir como si realmente yo fuera un monstruo y Taehyung hubiera huido de mi, aún la incomodidad se instalaba en mi pecho la mayoría de noches cuando la lluvia inundaba la ciudad de Kansas y los chicos salían a tomar, y yo me quedaba.

Kim Taehyung incluso su nombre parecía algo alejado a mi, un nombre que comúnmente pensaba pero muy pocas veces podía pronunciar.

Kim Taehyung había sido mi primer amor, un susurro bonito de primavera con esos ojos mieles y cabello rubio alborotado. Su cuerpo suave y sus sonrisas cálidas, Taehyung era un doncel dulce y bonito.

A diferencia de lo que muchos pensaban sobre Kim Taehyung y su carácter duro, yo conocía a un Taehyung pequeñito amable, atrevido y hogareño.

Solté un suspiro pesado, de verdad quería huir y no verlo, nadie podía borrar el sabor amargo de mi boca y las lagrimas saladas aquella madrugada con la cama vacía y fría por su huida, pero también quería poder apreciarlo tan solo una vez más.

Porque no lo odiaba carajo que nunca podría odiar a ese doncel, todos solían susurrar mi nombre y lo desafortunado que era por haberme enamorado de ese doncel revolucionario.

¿Pero porque debería odiarlo?

Por darme tanto amor cuando estuvo a mi lado, por hornearme galletas en san Valentín, oh por robarme mis camisas para seducirme mientras corría en la extensión de el pequeño estudio en su habitación.