Suenan los primeros acordes del piano. El aire del salón se llena de pasos: aparecen ellos. Ella arquea su espalda hacia atrás. Estira uno de sus brazos, sin dejar de acariciar el piso con la punta de sus pies, la mirada perdida hacia los ventanales. Algunos bailarines los observan tímidamente, acurrucados por los rincones. Como si estuvieran en una caja musical, y la bella mujer de ojos claros girara sobre su propio eje. Hasta que termina el vals y gana el silencio. La hermosa mujer con falda esponjada y zapatillas delicadas se desvanecen el tiempo, mientras los primeros aplausos despiertan del sueño profundo a Marianela.
Ella observa el enorme ventanal y asiente, con complicidad y risas. Como si sola se contara una historia que recordará con jovialidad. Hace apenas unos días que arribó de Londres, la ciudad que le brinda cobijo y hogar desde hace dos décadas, cuando ingresó al cuerpo de bailarinas clásicas del Royal Ballet. Sentados frente a ella se encuentran la ex bailarina y actual directora del Teatro Colón, Paloma Herrera. A su lado, el coreógrafo Roland Hydn toma notas, observando cada detalle, detrás de sus grandes anteojos. En un mes se estrenará una nueva versión del cascanueces.
Vi a esa preciosa mujer de ojos claros moverse y aletear como una mariposa, fue cuestión de tiempo para que la pieza cambiara y otro fragmento de esa mujer con una hermosa falda de esponjosa como la de una princesa y zapatillas blancas se presentará en la pantalla de la gran calle de la ciudad de luces con enormes pantallas que transmitía algo que mis pequeños ojos no entendían.
Tan solo tenía tres años, cuando mi madre me llevó con ella a un viaje alejado. Solo éramos ella y yo, habíamos estados hospedados en un lindo lugar y aquella noche caminamos por las calles, hasta topar con esas pantallas en los grandes edificios, fue cuando observé ese espectáculo.
Sentí el tirón de mi madre en mi brazo haciéndome ahogar un quejido, para que avanzara y aún si le pedí parar para observar a la mujer de la pantalla solo escuché un grito "Basta Taehyung deja de comportarte como un crío". Solo seguí a mi mamá que caminaba muy rápido tirando de mi y ya no vi más de aquella mujer con falda de princesa...
Mamá días antes había hablado muy alto con mi papá y los gritos en la casa me hicieron estremecer mientras corría a esconderme debajo de la cama para taparme los oídos. Fue cuestión de segundos cuando sentí a mi madre sacarme de debajo de la cama y tirar de mi cabello por toda la casa para escuchar a mi padre llorar rogando que me soltara, ella me tiro en el asiento trasero de su auto para emprender un viaje, que trascendió a un avión. Solos, recuerdo haber dormido en el trayecto, cuando desperté estaba siendo arrullado por mi mamá mientras lloraba y me pedía perdón por haberme lastimado.
Acaricié sus mejillas pálidas, su piel era tan pálida tan parecida a la de mi hermano mayor. Pero sus ojos eran igual a los míos, papá solía decir que era igual de hermoso que mi madre y eso me ponía muy feliz. Mi madre era la mujer más hermosa del mundo.
Era un niño, un pequeño doncel asustado que era aislado de todos, de su padre, de su hermano y solo se acompañaba con esa mujer con ojos perdidos y escalofriantes.
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Midnight rain [Kookv]
FanfictionÉl quería un novio, yo estaba haciendo mi propio nombre, persiguiendo esa fama...