Midnight rain [Kookv]

12

Había pasado un día después del escándalo en el estudio de baile. No me sentía tenso ni inquieto y es que la realidad es que a Minho no le correspondía reclamarme. El niño por mucho cariño que le tuviera, no sabía que había ocurrido, apenas tenía seis años cuando me fui, y sabía que hablaba desde su rencor no podía culparlo pero tampoco podía darle la razón, porque él no me conoce más que esa careta de insensible.

Él no conoce mi historia, no conoce absolutamente nada de mi...

Él nunca vio la relación que tenía con Jungkook, esa relación donde todos pensaron que él fue quien entregó más, cuando yo también di todo de mi, incluso cuando no podía más. Porque nuestra relación no era para mostrar frente a todos, solo Jungkook y yo en nuestra intimidad sabemos cuánto nos entregamos no solo de manera carnal si no en nuestros sentimientos.

Ahora mismo estaba plantado en la sala de estar de los Jeon. Como si eso fuera tan surrealista, pero el señor Jeon me había invitado a almorzar con él.

Podía negarme claro esta, pero él fue insistente y me aseguró que solo estaríamos nosotros dos. Que Jungkook a esa hora solía estar en el establo trabajando con los obreros igual que su padre y Minho estaría en la escuela.

—Tae, cariño estás aquí—Jeon Baekhyun un bonito doncel con un mandil azul salía de la enorme cocina colonial para rodearme con sus brazos.

Un doncel refinado y cabello castaño. Mi madre y él eran grandes amigos, igual que mi madre Baekhyun provenía de Londres y junto a mi madre vinieron a Santa Helena y conocieron a sus parejas. Cuando mi madre se fue, Baekhyun fue el que estuvo conmigo aún si yo sabía cuánto le dolía su partida, eran almas gemelas su mejor amiga también le había dejado.

Sus brazos eran cálidos y sentí como me apretaba para poder recitar palabras bonitas en mi oído.

—Gracias por invitarme Baek

—Podríamos ponernos al tanto de todo, estuve tan ansioso por tu llegada cariño

Baek me guió por el jardín para acomodarme en una mesa de jardín con una gran sombrilla beige.

—Iré a ordenar que empiecen a servir cariño—asentí y él volvió a internarse en la mansión.

Giré mi vista a todo el gran jardín, había muchas flores y se mantenía alegre. Recuerdo haber pasado una gran temporada tumbado en el pasto del jardín descansado y sonreí ante el recuerdo del pasto recién podado y la frescura de este.

La sensación de un pelaje en mis pies, me causó un escalofrío y dirigí la vista a mis pies, donde había dos pequeños felinos.