46. El luto para los entierros

136 22 1
                                    

Danielle.

Todos tienen una cara de felicidad inexplicable, la verdad.

Estoy bien, estoy tranquila, pero tampoco es que me haga especial ilusión que las cosas se hayan hecho así, porque si, tengo a ciento setenta y nueve enanos pateándome el pecho y el estómago, pero mi historia "de amor" no es un circo, ni la obra de teatro que he visto hace un rato, así que, que dejen de mirarnos como si fuésemos la novela de las cuatro.

Parpadeo volviendo a la realidad y suelto la cerveza sobre la barra, con una pequeña sonrisa en mi rostro —Hola, ¿qué haces aquí?

—Ha venido de sorpresa —apunta Marie.

Sam se incorpora, y no dejo de mirarlo, a parte de por lo guapísimo que está, porque no sé que va a hacer.

¿Se está acercando a mi?

—Para tí más que una sorpresa, ha sido una desgracia —mi ex novio mira a mi hermana —Un poco más y te faltado darme un puñetazo cuando me has visto.

—Ganas no me han faltado.

Sonríe, con esa sonrisa suya tan...

No puede desequilibrarte, Dan, no.

—¿Y ese pelo?

Embobada, estoy completamente embobada.

Lamo mis labios y trago grueso, mirando un segundo a todos que nos miran fijamente y me están poniendo un poquito nerviosa.

—¿No te gusta?

Samuel frunce su ceño, divertido —Te queda mejor que a mí, y el mío es natural.

No sonrías, Dan, no sonrías.

Sonrío aunque enseguida vuelvo a ponerme seria, agachando la mirada —Pensé que me quedaría bien, y bueno, probé suerte.

El mejor amigo de mi hermano asiente, y me fijo en cómo estira el brazo, moviendo sutilmente sus dedos para alcanzar los míos —Estás preciosa.

Basta.

Por favor, Basta, que me muero aquí mismo.

Me agarra de la mano y tira de mí, para rodearme con sus brazos y enterrar su cara en mi cuello.

Hogar, mi hogar.

Cierro mis ojos y ya nada a mi alrededor parece importar. Si, quizás un poquito de intimidad me vendría genial, pero en la lejanía, oigo como mi hermano dispersa a la gente y como el jaleo se mueve hasta fuera, mientras Sam sigue abrazándome y yo disfrutando del abrazo, aunque la sensación siga siendo agridulce.

Estoy muerta de amor por este chico, me quedaría horas así. Le pediría que subiesemos a mi habitación, que hablásemos, que me explicase todo bien y después lo besaría hasta que nuestros cuerpos decidiesen que no pueden más, pero no puedo, no puedo darle el gusto. No puedo hacer eso, porque estoy enfadada, molesta, triste, decepcionada...

Ha pasado un mes y medio, se fue después de haber pasado la noche conmigo, y sin ningún tipo de explicación.

¿De veras pretende hacer como si nada?

Cuando nos separamos me percato de que efectivamente ya no hay nadie, y él agarra mis manos, sonriente, sin dejar de mirarme.

—Lo guapa que estás...

No se cansa de repetirlo.

Sonrío —Gracias —miro su pelo —Tú te has vuelto a teñir de negro. Te hacía falta, tenías unas raíces...

Se ríe y niega, pasando un brazo por mis hombros —Te he echado de menos. De camino aquí solo me imaginaba como sería volver a verte.

—¿Y ha sido como esperabas?

ENAMÓRATE DE ALGUIEN MÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora