58. Caso resuelto

116 17 2
                                    

Danielle.

—Buenos días.

Oh, a la bella durmiente ya le han dado un beso para despertarla.

Odio que mi hermana arrastre los pies por las mañanas. Lo que menos me apetece cuando me levanto, es oír ese sonido tan desagradable que hacen sus zapatillas de casa, pero está tan adormilada todavía, que no le voy a echar nada en cara.

No sé como alguien ha podido devolverla a la vida después de haber estado casi toda la noche desvelada por culpa de una gripe que no la deja vivir.

—Buenos días —digo, antes de morder de nuevo mi tostada.

—¿Cómo te encuentras, cariño?

Marie sorbe su nariz, sentándose a nuestro lado en la mesa —Mejor que ayer. Voy a desayunar para poder tomarme los medicamentos, y me vuelvo a la cama a que mi novio me siga mimando.

Marie está  muy enferma. Ha pillado un resfriado bien gordo y anoche ni siquiera pudo salir con nosotras, y aunque admito que hoy la veo mucho mejor, sigue teniendo un aspecto terrible.

—¿Tus padres ya han llegado a Nueva York? ¿Lo saben?

—Si, me han estado llamando.

—Se habrán ido preocupados.

—Estoy bien, solo es un constipado.

—Ella lo exagera todo mucho —apunto.

Mi abuela Barby se ríe y nos observa, mordiendo su labio y colocando sus manos sobre las nuestras. La casa se está quedando vacía porque el verano se está acabando, y sabemos que eso le rompe un poco el corazón, por eso ayer le pedí desayunar las tres juntas hoy.

Con mi hermano no cuento porque está en medio de una resaca importante que lo tiene tumbado.

—Os voy a echar de menos, granujas —apunta Bárbara —Espero que no seáis unas dejadas y llaméis más a vuestra abuela.

Sonrío, con el pecho lleno de nostalgia, y un amor inmenso —Ahora que estaré en Nueva York, vendré a verte cada dos semanas, así me ayudas a organizar la boda.

—Oh, me parece buena idea, pero, ¿cuanto tiempo piensas quedarte en Nueva York, querida? ¿Tanto como para organizar la boda allí?

—No, pero es que no quiero tardar mucho en casarme, por eso seguro que me da tiempo a organizarlo todo antes de volver a Italia.

Marie suspira —Espero que tengas en cuenta a tu hermana.

—¿Cuando te vas a Italia?

—La semana que viene, así  que piensa en mí y en lo poco que me queda aquí.

Hago una mueca —No puedo amoldarme a tí todo el tiempo, pesada.

—¿Tienes algo pensado? —mi abuela da un sorbo a su café y la miro emocionada.

—Algo, si, aunque no he hablado aún con Sam —lamo mis labios, acariciando la mano de Barby —¿Cómo fue tu boda, abuela?

—Por dios, Danielle, ¿de verdad quieres saber eso?

—No lo tomaba mucho como referencia, mira como acabó esa relación, al final.

Mi abuela frunce el ceño, mirando a mi hermana con desaprobación —Niña, mi boda fue preciosa, y en aquel entonces ambos estábamos muy enamorados, pero bueno, es raro recordarlo después de todo.

—¿Y el abuelo era igual de...?

—Cuidado con lo que dices —me interrumpe —Podía ser un desastre, pero cuando éramos jóvenes...—ladea su cabeza —Vuestro abuelo y yo nos hemos querido mucho.

ENAMÓRATE DE ALGUIEN MÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora