CAPITULO 13

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AITANA

Su derrame es largo y demasiado, termina y sale de mi, ahogo un gemido cuando lo hace, por lo sensible que está mi zona íntima. Mi cuerpo está agotado, adolorido y con sudor, mi respiración es irregular trato de normalizarla,

Jalo la sábana y cubro mi cuerpo desnudo, mi mirada está en el techo, León cae a mi lado dejando unos cuantos centímetros de distancia de por medio igual de agitado y sudoroso, siento como esa abundante cantidad de su esencia se desliza saliendo de mi. Poso la mirada en él y no se cubre, su miembro aún está erecto, dispuesto a otra ronda, su mirada la tiene en el techo como yo la tenía. Es donde caigo en cuenta de lo que acaba de pasar y lo que acabo de hacer.

Que hiciste Aitana, que mierda hiciste, me repito internamente. La calentura ya bajo, ahora puedo ver con claridad lo que sucedió, lo que no veía antes por tenerlo encima.

Acostarme con él nunca fue parte de mis planes, si dije que quería volverlo loco que quisiera tenerme, pero que no pudiera y ahora mi nombre hace parte de la lista interminable de las mujeres con las que se acuesta.

Todo hubiera sido perfecto e increíble sino fuera él con quién me acosté, no estaría con esta rabia creciendo dentro de mi. No estaría mal diciéndome por acostarme con el hombre del que me quiero burlar.

Hay errores de los cuales quisiera regresar el tiempo para no cometerlos, sin duda este es uno y el más grande de ellos.

—Ya obtuviste por lo que veniste a mi casa, así que ahora ya lárgate de aquí — no lo volteo a ver, pero mi voz suena dura.

—Tranquila, que yo después de acostarme con la que me quiero sacar las ganas me largo — es un maldito patán.

—Entonces si es así, si ya sabías a lo que venías a mi casa. ¿Por qué diablos no usaste preservativo? — dejo salir molesta, cuando ya se ha levantado de la cama y se está vistiendo, en su espalda puedo ver la marca de mis uñas y eso solo me hace enojar más.

—Fue algo que se me pasó, no porque tuviera intenciones de embarazarte. Así que no te alegres — dice con la mandíbula tensa mientras se coloca el cinturón.

Me siento y dejo salir una risa sin humor.

—Jamás me alegraría de estar embarazada si el hijo fuera tuyo, primero muerta antes de traer al mundo a un ser engendrado por ti, porque seguramente sería igual de despreciable que tú. Lo digo porque tu vida sexual es muy cuestionable y no me gustaría haber quedado contagiada de alguna enfermedad — le digo furiosa, viendo cómo dejo a medias el trabajo de acomodarse la camisa, me mira con los ojos llenos de furia y la mandíbula a tronar.

Empieza a dar pasos a mi lado de la cama, me aferró a la sabana y tomo lo primero que hay a mi alcance, que es una figura de porcelana.

—Lárgate de mi casa — está a nada de alcanzarme — ¡Lárgate!, o te reviento esto en la cabeza — mi pecho sube y baja.

—Maldita loca — dice dando media vuelta para salir de la habitación.

—¡Maldito idiota! — le gritó y le aviento la figura que desgraciadamente no se estrella en su cabeza, sino con la puerta cuando la cierra y se va.

Me dejó caer en la cama y escucho como cierra fuertemente la puerta de mi departamento, es un animal que no tiene cuidado de nada, mi puerta no tiene la culpa.

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