CAPITULO 4

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AITANA

Después de levantarme y desayunar en familia, subí a mi habitación a cambiarme de ropa, ya que aún andaba con mi pijama, opte por unos leggins cafés, un crop top blanco de manga larga, unos tenis del mismo color y recogí mi cabellera rubia en una coleta alta.

Estando lista tome mi cámara fotográfica para ir al jardín y tomar unas cuantas fotos, me encanta plasmar la naturaleza en la mayoría de las fotografías que tomo cuando no estoy trabajando. Bajo las escaleras y salgo de la casa, caminando a la mejor parte del jardín según mi mamá, sigo el camino de piedra pasando por los arcos de flores rosadas, bajo los pequeños escalones y finalmente llegó a la hermosa pradera con todo tipo de flores de diversos colores.

Mamá ama venir aquí, se pasa horas cuidando las flores, corta algunas para adornar el recibidor de la casa, la sala, hasta en el despacho de papá. Él fue quien tuvo la idea de crear este precioso lugar, obviamente pensando en mi madre, fue un regalo para su quinto aniversario de bodas.

Enciendo la cámara con la que gane mi primer concurso de fotografía, la preparo y enfocó el lugar, que huele delicioso gracias al aroma de las flores. La foto sale bellísima; el cielo, la luz del sol y el color de las flores hacen un contraste maravilloso.

Tomó más captando unas coloridas mariposas en las flores y revoloteando sobre ellas, hasta a algunas abejas, camino por el verde césped y entre los pequeños caminos que hay por las flores haciendo que las fotos sean tomadas en diferentes ángulos, también el cielo es el protagonista de otras fotos y las aves que pasan volando adueñándose de la fotografía.

Cuando tengo las suficientes, dejo la cámara colgada en mi cuello por la correa de seguridad y me siento a contemplar el paisaje, a la misma vez que acaricio los suaves pétalos y absorbo su delicioso aroma.

Creo que no solo mamá ama este lugar, yo también, aunque el arco que está para llegar aquí a mi parecer se ve un poco cursi, pero es parte de, pero se ve lindo.

Sigo contemplando el paisaje hasta que escucho una voz muy conocida.

—A mi parecer no solo las mariposas y las aves se verían bien en una foto, también se vería hermosa la pequeña hada que está sentada entre en medio de estas exquisitas flores — expreso papá y yo sonreí.

Me levanté y dí media vuelta para ir a él, que tenía las manos metidas en los bolsillos de su pantalón de vestir y una hermosa sonrisa en el rostro.

Llegó a él y lo abrazo, él corresponde de inmediato.

—A mis tres hijos los amo demasiado, siempre van a tenerme para lo que necesiten — me dice —, pero dicen que los niños son de mamá y las niñas de papá, así que no lo contradigo porque es la verdad. Tú eres más mía, eres mi cachorrita, mi leoncita, mi hada, mi princesa, mi pequeña — sigue diciendo mientras no me suelta.

—Eso se sabe, desde pequeña he sido muy apegada a ti.

—Si — veo como sonríe —, desde el primer segundo de nacida en los brazos de tu madre. Recuerdo que tenías los ojitos cerrados, luego los abriste me diste una mirada infantil, tierna, inocente y me diste esa sonrisa que terminó de desbordar mi corazón de amor. Fue el día que más llore de mi vida, te tome en mis brazos y te llene de besos, ahí supe que empezó nuestra conexión de padre e hija.

Asiento porque es la verdad, siempre hemos tenido una gran conexión. El día que sentí que mis inseguridades crecieron más él fue a recogerme a la preparatoria porque sentía que algo me pasaba y estaba en lo cierto, me insistió para que le contará lo que me sucedía, le conté parte de la historia y él me dijo; que el arte no es arte, sino es capaz de transmitir algo y que yo además de ser arte transmitía mucho; paz y tranquilidad. Cómo también hay algunos que solo se preocupan por cuidar su belleza externa descuidando la interna y solo se quedan en eso.

ARDIENTE PASIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora