CAPITULO 3

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LEÓN

La mujer que está debajo de mi no deja de gemir, mientras yo no dejo de embestir su intimidad. Es una morena con buen trasero y buenos pechos, que no dejo de lamer.

La conocí en el restaurante donde tuve una reunión de negocios, me sonrió, yo solo la mire y recorrí su cuerpo con mi mirada, salí y cuestión de segundos vino tras de mi. Yo no soy un hombre que ruega y va hacia las mujeres, son ellas las que me ruegan para que me las tire y son ellas las que vienen a mi.

Tampoco es que me acueste con cualquiera, yo decido, como, cuando y con quién.

-¡Si! - gime por todo lo alto y yo no me detengo, al contrario la atacó con mi potente arma sin piedad. Si, tengo el ego muy grande, pero no solo eso lo acompaña, también lo que cargo entre las piernas.

La pelinegra tiembla, con los ojos cerrados, la señal que me dice que su orgasmo llegó, tres embestidas más y me dejó ir en el preservativo que me envuelve el miembro, siempre lo uso, para evitar sorpresas indeseadas.

Soy un puto mujeriego, siempre lo he sido, no me gusta negar lo que soy, no me gusta estar amarrado a una sola mujer, ¿Para que?, si puedes tener a las que quieras, cuando te plazca. Las relaciones solo quitan tiempo, solo causan estrés, solo te provocan dolores de cabeza con las malditas cursilerías y caprichos de las mujeres; cursilerías que a León Collins no le van y mucho menos caprichos que no está dispuesto a aguantar. Tener que rendirle cuentas a alguien de lo que hago me asquea, no soy como esos tipos que están a los pies de la mujer.

La única relación que he tenido fue cuando estaba por España por cuestiones de trabajo, solo duro tres meses, ya va más de un año de eso, pero era meramente sexual y fue con Oriana Sanz, una modelo no tan famosa, ella estaba de vacaciones por allá, nos encontramos también en un restaurante, la modelo se me insinuó, fuimos a un hotel donde me la tire, seguí acostandome con ella, pero no porque la mujer me gustará, sino por lo bien que movía el culo a la hora del acto, la estúpida creyó que con el prestigio que le he dado a mi nombre gracias a mi exitosa carrera de arquitecto podía hacer despuntar su mediocre carrera, cosa de la que estaba muy equivocada porque solo la quería para satisfacerme, se en capricho con eso, me harto y la bote, Oriana no lo acepto, así que a la pendeja como mejor forma de vengarse se le ocurrió meterse a mi departamento y revolcarse con un modelucho igual de fracasado que ella, pero no todo acaba ahí, la zorra busco la manera de meterse a una de mis cuentas bancarias y robarme cuatro millones de dólares junto con su amante.

De ese pendejo me encargue, rompiendo sus piernas, que ni con miles de cirugías va a volver a caminar, de eso me asegure cuando lo golpee, truncando la carrera de modelo que no tenía, le quedó claro que con León Collins nadie se mete sin salir bien librado.

De Oriana todavía no me encargo, he dejado que disfrute su miserable vida, porque cuando llegue el momento, deseara no haberse metido conmigo para seguir teniendo la vida gloriosa que tenía, bueno aunque no tan gloriosa, creo que un perro de la calle vive mejor que ella.

Salgo sudoroso de la morena y me encamino desnudo al baño, mientras ella logra tratar de regularizar su respiración, con los ojos cerrados. Me quito el preservativo y lo desecho en el excusado y no en el sesto de la basura, nunca se sabe que maldita loca va a venir a querer atraparte a través de un puto preservativo usado.

Salgo del baño, tomó mi ropa y me visto, ante la mirada de la mujer, me acomodo la corbata frente al espejo de cuerpo completo, ya listo me dispongo a abandonar la habitación de hotel que pague.

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