CAPITULO 40

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AITANA


Ayer no fue mi mejor día después de ver a León, empeoró más, cuando llegamos a su penthouse y le ordenó a sus guardaespaldas y Carmina no rondar cerca de nosotros, pidió la comida y por mientras estuvo cerca de mi besándome y oliendo mi cabello.

La comida llegó, el pidió Paella y yo más que una simple pasta, comimos en la terraza, viendo la puesta del sol.

Me llevo a mi departamento, me acompaño hasta la puerta de este, por más que rogaba internamente que no lo hiciera.

A eso como de las dos de la mañana, fue que me dí cuenta del mensaje de Florence, sobre que había vuelto a Los Ángeles, vino al departamento, pero como no me encontró me envió el mensaje y se fue al suyo. También me avisaba que nos reuniéramos para desayunar en el restaurante de siempre.

Melody también estaba invitada, durante mi estadía en Londres regreso.

Hoy al salir de mi edificio para reunirme con mi mejor amiga y mi prima, sentí como si alguien me estuviera mirando, disimuladamente voltee, pero no había absolutamente nadie. Tal vez sea que mi cabeza me esté jugando mal, pues no pase una buena noche, no dormí ni cinco minutos, igual que mis últimos dos días en Londres.

Conduzco por la ciudad, hasta llegar al restaurante que de hecho está a unas pocas cuadras del hotel de mi abuelo.

Florence se adelantó, ya que primero tendría unas cosas que resolver.

Entro y enseguida localizo la mesa, dónde ya están esas dos y noto como se me quedan viendo, es otra mirada a la que siempre me han dado.

Le quitó importancia, llegó a ellas y les doy un beso.

—Que gustó me da verlas de nuevo — sonrió cuando me siento frente a ellas.

—¡Y nosotras a ti! — gritan emocionadas las dos y los demás comensales voltean a vernos raro.

Mi prima intenta gritar de nuevo, pero mi amiga la calma.

Se nos acerca un mesero, a tomar nuestra orden, las dos mujeres frente a mi piden un desayuno completo, yo nada más pido fruta con miel.

—Hay algo importante que nos querías contar, por tu tono de voz en ese audio que me enviaste, sonaba muy grave — le digo enfocándome en sus ojos y asiente.

—Entonces habla ya, quiero saber que cosa es esa y no pierdas ningún detalle — Melody se acomoda mejor en su silla y mira a la mujer de cabello negro que está su derecha.

—Como sabes me fui de vacaciones con Fer — me voltea a ver y asiento —, todo iba bien, demasiado bien, los dos la estábamos pasando genial, ya saben; paseos, diversión y mucho sexo, pero en uno de esos paseos por la noche me confeso algo — se calla y se mira el disgusto en su cara.

—¿Qué cosa? — le pregunto.

—Fer me confeso que estaba enamorado de mi.

Se escucha el golpear de algo y veo que es Melody que dejó caer el tenedor en el plato de la sorpresa que le provocó, incluso tiene la boca abierta y sus ojos parecen pelotas de ping pong de lo grandes que los abre.

—¿Qué hiciste?, ¿También le correspondes?

Niega.

Y en mi mirada ve las preguntas que van surgiendo en cada segundo que pasa.

—No le correspondo, yo no lo amo, él rompió lo que establecimos. Lo de nosotros solo era sexo y ya, nada de compromisos y sentimientos, si algo como eso sucedía todo se acababa. Cometió un grave error al decírmelo, esto ya acabó, porque claramente una relación así, no funciona cuando uno de los dos se enamora, todo termina — paso saliva al escucharla hablar.

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